Cuando Vicente Gotor Santamaría (Calatayud, 1947) se levante esta mañana, tendrá varias cosas que celebrar. Primero, su cumpleaños, el número 64, de los que más de la mitad han transcurrido en Asturias, lejos de su tierra zaragozana. Después, su tercer año como rector magnífico de la Universidad de Oviedo. El 8 de mayo de 2008, Gotor cambió el laboratorio químico y la bata blanca por la medalla, la muceta y el birrete negros del rector. Y armado con ellos se enfrentó al que quizás haya sido el mayor reto en la historia reciente de la cuatricentenaria universidad asturiana: la adaptación de todas sus carreras al nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, a través del llamado «plan Bolonia».

Pero para entender el camino que llevó a Gotor a la cúspide de la organización universitaria hay que retroceder muchos años más. Quizá tantos como treinta, porque también hoy Gotor celebra que, el 8 de mayo de 1981, superaba la oposición de profesor agregado de Universidad en Valladolid. Desde entonces, no ha parado. Tras hacerse con una cátedra de Química Orgánica en Oviedo en 1983, Gotor ha sido director del área de Ordenación Académica con tres rectores distintos, vicerrector de Investigación junto al desaparecido Julio Rodríguez, y director del departamento de Orgánica. Todo, aseguran, sin descuidar a sus discípulos.

La primera vez que Gotor reconoció que la idea de ser rector le rondaba la mente fue en una entrevista con este periódico. En noviembre de 2002 y con Juan Vázquez como máximo responsable de la Universidad, Gotor fue el miembro de la oposición que logró más apoyos en las elecciones al Consejo de Gobierno. Y declaraba: «Trabajo doce horas al día por esta Universidad. Es decir, que estoy dispuesto a aceptar lo que sea por esta institución. Quiero un rector académico, y para todo el mundo».

Desde esa primera vez, a Gotor le costó seis años derrotar a Vázquez, al que criticaba por «jugar a la política» a costa de la Universidad. En medio, en abril de 2004, Vázquez revalidaba su cargo con el 51,2 por ciento de los votos, pero el resultado fue mucho más reñido de lo previsto: sólo 152 papeletas separaron a Vázquez de Gotor, que ya no se apeó de la carrera electoral. Al día siguiente, varios decanos señalaban la convergencia con Europa como el principal reto al que tendría que enfrentarse Vázquez, el primer rector de la democracia que hasta el momento ha repetido en el cargo. Al final, la patata caliente llegó a manos de Gotor cuatro años después y casi sin pelear. A la segunda fue la vencida, y Gotor, en segunda vuelta, se impuso con el 63 por ciento del voto ponderado a la catedrática de Derecho Internacional Paz Andrés.

Desde entonces, Gotor ha tenido que afrontar, contra reloj, la adaptación de todo el catálogo de titulaciones, una masiva manifestación por el resultado, los problemas por el descenso en el número de alumnos y las necesidades de financiación de una casa que lucha por hacerse ver en el exterior. Con una deuda estimada en 52 millones de euros -3,3 según el equipo saliente-, ya al día siguiente de salir elegido, Gotor alertaba: «Con el presupuesto actual es impensable abordar el Espacio Europeo». Pero no hubo más remedio.

Quienes lo conocen bien, los que comparten con el rector muchas horas de trabajo, dicen que, en los últimos tres años, la virtud que más ha desarrollado es «la paciencia». Un saber esperar -o aguantar- diferente del que hace falta en un laboratorio, donde los tiempos son distintos y los pasos que empujan las fronteras del conocimiento, siempre guiados por el método científico, más claros. También afirman que una de las satisfacciones del rector es ver que la Universidad «es imprescindible» para Asturias, y que los enfados, intensos, «le duran poco».

El apoyo de sus paisanos desde hace más de treinta años llegó al máximo en los días que precedieron al éxito de la Universidad de Oviedo en la primera convocatoria del Campus de Excelencia Internacional. El 26 de noviembre de 2009 la institución académica entraba en una suerte de élite universitaria junto a otras ocho universidades españolas, y el rector no pudo evitar que se le escapasen las lágrimas. El proyecto avanza ahora hacia su segundo año de vida. Un tiempo en el que, según el rector afirmó en su última entrevista, «tienen que verse resultados».

Como cualquier gestor, Gotor no se ha librado de las críticas. A una cierta «obsesión por regularlo todo», según apuntan sus opositores, se unen un proceso de prejubilaciones que, ante la imposibilidad de contratar nuevos profesores, puede volverse en su contra, o la respuesta estudiantil al «plan Bolonia». El resultado del proceso aún está por ver, y después de tres años de gobierno, de los pasos del equipo de Gotor en su último año en el Rectorado dependerá que la transformación de la Universidad de Oviedo tenga más luces que sombras. Aún no ha llegado el tiempo de decir si Vicente Gotor volverá a presentarse al Rectorado, ni si ganará, «pero trabajo por su parte no falta», afirman sus colaboradores.