El Arzobispado quiere cerrar definitivamente la puerta de la Iglesia a Arturo García, el cura político de La Manjoya (Oviedo) que colgó los hábitos para presentarse como candidato a la Presidencia del Principado. Cuando en marzo ofició su última misa, García entró en la sacristía, se quitó la sotana y se vistió con pantalón y camisa vaquera. Anunció que fundaba el Partido Democrático y Constitucional (PDyC) para comprometerse y luchar por cambiar los hábitos de los políticos. El Arzobispado le suspendió «a divinis», es decir, de empleo y sueldo. No podía ejercer funciones eclesiales, pero seguía teniendo la consideración de sacerdote.

El proceso que ahora empieza supone un paso adelante. Las autoridades eclesiásticas le han abierto un expediente para la «expulsión del estado clerical». Es la pena más dura establecida en el derecho canónico, sólo por debajo de la excomunión. El canon, la norma 290, expone que cabe la expulsión por dos causas: por la invalidez de ordenación y por motivos «graves o gravísimos» que estime la diócesis, un precepto que sólo se invoca en casos extremos de homicidios o pederastia.

El sacerdote deberá ser juzgado por un tribunal colegial, el equivalente a una sala en el derecho civil. La sanción que la Iglesia quiere aplicar a García necesita ser refrendada por el Vaticano.

El cura había planteado al Arzobispo, cuando le solicitó permiso para concurrir al 22-M, la posibilidad de compatibilizar el sacerdocio con la actividad política. De hecho, algunos párrocos gallegos pudieron hacerlo en listas del PP y del PSOE. Sanz Montes no lo autorizó y le obligó a optar.

A los pocos días de celebrados los comicios, el Arzobispo envió al ex párroco de La Manjoya un escrito con las razones por las que promovía su apartamiento del sacerdocio. En el texto, el prelado de la diócesis ovetense asegura que han llegado a oídos de la Iglesia «desde medios jurídicos, políticos y periodísticos» comentarios sobre las actitudes «licenciosas» que Arturo García lleva «para divertirse», que provocan «escándalo en el pueblo cristiano».

Esas supuestas actuaciones «indignas» de un sacerdote no se precisan en el texto ni se identifica a las personas que las refirieron. El arzobispo Sanz, en su alegato, también realiza otras consideraciones críticas sobre el paso del sacerdote García por el Seminario y sobre su posterior ordenación clerical.

El ex párroco de La Manjoya fue también capellán en el Hospital Central y ejerce como abogado en Oviedo. Su partido, el PDyC, invirtió en la campaña 3.000 euros y obtuvo 1.040 votos, el 0,18% del electorado.