Mediodía en Gijón, dieciocho grados de temperatura y amenaza de lluvia. El mal tiempo se ha convertido en la tónica del mes de julio y visitantes y hosteleros miran al cielo con aprensión. Las pérdidas económicas causadas por la borrasca están aún por determinar, pero este verano no se recordará ni como el mejor en términos turísticos ni como el más caluroso entre los asturianos.

Las terrazas desiertas o sin colocar de sidrerías y restaurantes demuestran la escasa actividad que vive la zona centro o la más próxima al paseo marítimo. José Damián Zotes, gerente del restaurante Arenal, explica que «cada día que no montamos la terraza por razones climatológicas perdemos entre setecientos y ochocientos euros». Sin embargo, asegura llenar el comedor interior a diario y atender a más gente que hace un año. Cerca de la playa de San Lorenzo -en la avenida de Rufo García Rendueles- Carcedo Playa también pierde dinero como consecuencia del mal tiempo. Aunque el porcentaje es aproximado, la responsable del local, Ati Carcedo, calcula que se le escapa un 50 por ciento de los beneficios. «Por el momento no hemos tenido verano, así que la gente no pasea y no se sienta a comer en los restaurantes del Muro», manifiesta.

Los hoteles aún no han colgado el cartel de «completo» en sus puertas. Algunos, incluso, reciben cancelaciones en vez de reservas o, aún peor, turistas que se marchan antes de lo previsto. «Cada día se van entre cuatro o cinco personas, normalmente familias con niños pequeños», cuenta Francisco Cimadevilla, gerente del hotel San Miguel. Y prosigue: «La gente se marcha con excusas: te cuentan que tienen problemas personales o de trabajo, pero la mayoría de los casos se debe al mal tiempo».

Tampoco el hotel Begoña -que lleva bajando los precios paulatinamente durante los últimos años para conseguir captar clientes- vive su mejor mes de julio. Su director, Javier Tascón, habla de un 30 por ciento de ocupación durante este mes y no cree que la situación mejore en lo que queda de verano.

Al mal tiempo, buena cara, que suele decirse. Eso piensan Isabel y José Luis, dos visitantes de Orense. «Veníamos con idea de sol y playa, pero estamos disfrutando de otra manera, visitando la ciudad; en los próximos días haremos algún recorrido por el Principado, si el tiempo no mejora», cuenta la pareja. Otros visitantes, como Adelina, Rosa y David, naturales de Barcelona, se muestran encantados con el clima porque «cuando venimos a Asturias lo hacemos para no tener tanto calor, para ver verde y montaña y para ver este tipo de playas, que son muy distintas de las que tenemos allá», dicen. Aseguran haber metido el equipo de playa en el coche porque «de los quince días que vamos a estar nos gustaría bañarnos alguno».

Hasta que las temperaturas suban y las nubes se levanten los visitantes deberán buscar alternativas a los planes de sol y toalla.