El creador lo sabe, pero el público no. La creación no existe, sólo hay reelaboraciones, o, más bien, nada más hay que una creación humana, que se viene desarrollando desde que el hombre existe (de la que él mismo forma parte, pero dejemos eso). José Luís Alcaina localiza la inspiración del «Guernica» de Picasso en fotogramas de «Adiós a las armas» (Frank Borzage, 1933). Es posible. Personalmente me resulta más sugestiva la propuesta de Pablo Huerga, que encuentra la matriz compositiva en un belén de Navidad, con mula, buey, Virgen con el niño, ángel, estrella, etcétera. ¿Qué ingredientes se mezclan en la cazuela hirviente que todo creador lleva sobre los hombros? No sólo los que tiene a la vista en la realidad, y en la creación de otros, sino los de su memoria, los que han alcanzado estatuto mítico y, muy al fondo, los arquetipos. El genoma de la obra artística es indescifrable.