Oviedo, Pablo GALLEGO

Habitualmente al dióxido de carbono, el CO2, se le acusa, no sin razón, de ser el responsable de algunos de los principales males del planeta. Desde la contaminación de las ciudades hasta el conocido como «efecto invernadero», causa del calentamiento global del planeta. Lo que muchas veces no se cuenta es que ese mismo gas es una materia prima de amplio uso industrial. El CO2 consigue que los refrescos tengan burbujas, o que las lechugas empaquetadas mantengan su frescura gracias a una atmósfera protectora enriquecida en CO2. Incluso se utiliza para producir el ácido acetilsalicílico que da origen a las aspirinas. En cifras redondas, cada año la industria global consume unos 130 millones de toneladas de este gas, y ahora, una ingeniera de minas asturiana ha diseñado una unidad pionera para almacenarlo en estado sólido en cantidades que, hasta hace poco tiempo, parecían impensables. Casi como si fuese nieve.

La primera novedad de este proyecto, según explica su creadora, Cristina Vázquez Hernández, es que es la primera vez que un tanque de almacenamiento temporal como éste se diseña de manera real. Hasta el último detalle, incluido su coste de fabricación, que ronda los 8 millones de euros. La segunda, su capacidad. Según el proyecto presentado, cada unidad construida siguiendo este sistema podrá almacenar unas 47.000 toneladas, cuando en el mercado actual el tanque de almacenamiento líquido de máxima capacidad ronda las 500. Noventa y cuatro veces menos. Es decir, que con poco más de 2.700 de estos tanques, imaginados y diseñados en Asturias, se podría almacenarse todo el dióxido de carbono que a escala mundial se utiliza como materia prima en un año.

El diseño de Vázquez (Oviedo, 1988) ha acabado convertido en su proyecto de fin de carrera en la Escuela de Minas de Oviedo. Detrás del primer tanque de almacenamiento de alta capacidad de CO2 en estado sólido hay tantas horas de trabajo que su autora ya ha perdido la cuenta. Empezó con el proyecto en enero, rememora, robando horas al tiempo de estudio del último año de una muy exigente carrera, y mientras trabaja con una beca en HC Energía. Coordinado por el departamento de Energía de la Escuela de Minas, con el catedrático Jorge Xiberta Bernat a la cabeza, y bajo la supervisión directa de la profesora María Jesús Blanco, la idea del tanque fue creciendo hasta convertirse en un proyecto terminado que ahora ha visto la luz. Un trabajo ingenieril que, con el tiempo, espera ver convertido en realidad.

La captación y el almacenamiento de CO2 se ha convertido en una de las prioridades a la hora de mejorar el aprovechamiento energético. Incluso la Comisión Europea dedica fondos -1.500 millones de euros en 2009- a financiar proyectos pioneros que sienten las bases de un nuevo desarrollo sostenible, fundamental en la lucha global contra el cambio climático. Por eso la profesora Blanco llama la atención sobre la importancia de proyectos como éste, salidos del departamento de Energía de la Escuela.

«Es un ejemplo de hasta qué punto la Universidad es capaz de afrontar proyectos de gran envergadura en el campo de la investigación aplicada», afirma. Justo un aspecto en el que, a escala nacional, el sistema español de investigación y desarrollo (I+D) flaquea, sobre todo comparado con potencias europeas como Alemania, Francia o Inglaterra.

El tanque diseñado por la ovetense Cristina Vázquez servirá para almacenar el CO2 como si fuese «nieve carbónica», a una temperatura de -80ºC, gracias a una pared con aislamiento térmico, y permitirá aprovechar todo el dióxido de carbono acumulado, ya que el CO2 que durante el proceso pase a estado gaseoso «se recuperaría para volverlo sólido», explica. Además, añade, el dióxido de carbono en estado sólido es más sencillo de transformar en líquido o en gaseoso, y el almacenamiento sería «de forma directa y en superficie», en condiciones atmosféricas. Así, «el coste económico se reduce», explica. «Con este proyecto este tipo de tanque de almacenamiento sólido podrá ser una realidad en poco tiempo», confía.

Para conseguirlo y verlo más allá del papel o de la pantalla de un ordenador hará falta invertir, según sus cálculos, unos 8 millones de euros por tanque para afrontar su fabricación. Una cantidad que, en la actual crisis económica y desde el punto de vista del consumidor, puede parecer desorbitada, pero cuya magnitud es asumible para las grandes corporaciones energéticas internacionales. Es caro, pero «una vez construido requerirá menos mantenimiento», matiza. Superado el trago de presentar el proyecto, Cristina Vázquez destaca el «amplio potencial para el futuro» de proyectos como el suyo. Ideas capaces de cosas tan difíciles de imaginar como guardar el CO2 como si fuese nieve.