Oviedo, M. J. IGLESIAS

Definitivamente, doña Letizia tiene un estilo propio perfectamente madurado, como ha quedado de relieve estos días, con motivo de la entrega de la XXXI Edición de los premios «Príncipe de Asturias».

La esposa del Heredero de la Corona cuenta con una estilizada figura y sabe sacarse partido. Lo demostró con el vestido rojo ceñido que llevó el pasado jueves durante las audiencias concedidas a diversos representantes de la sociedad asturiana. También crea tendencia. Casualidad o no, el caso es que ayer numerosas invitadas a la ceremonia en el Campoamor se decantaron por trajes en la misma tonalidad.

El aplomo a la hora de elegir vestuario volvió a ponerlo de relieve la noche del mismo jueves, en el concierto de clausura de la Semana de la Música, con pantalones negros, camisa blanca y una chispeante chaqueta negra de inspiración esmoquin. Ayer lo dejó meridianamente claro cuando apareció en el teatro Campoamor con un fantástico vestido de cóctel, en tono moca, de gasa bordada, creado por su modisto de cabecera, Felipe Varela, que también firmó el modelo que llevó la madre de la Princesa, Paloma Rocasolano, para el solemne acto de los galardones.

La Princesa de Asturias se ha aficionado a los cinturones estrechos, sólo aptos para cinturas de avispa, como la suya, y ha desterrado las plataformas, que incluso llegaron a bautizar sus zapatos como «Letizios». En esta ocasión se ha decantado por calzarse «salones» de altos tacones, en beige y también con estampado de serpiente, como los que escogió, a juego con el cinturón, para acompañar el vestido rojo.

Si en algo no ha cambiado en nada la Princesa a lo largo de todos estos años, desde que se casó con don Felipe, es en su sobriedad a la hora de ponerse joyas y complementos. Suele llevar el anillo de pedida y la alianza de casada, poco más. Si acaso unos discretos pendientes de brillantes.

También le gusta recogerse el pelo. Si para el concierto del jueves se peinó con un clásico moño italiano, ayer prefirió un recogido más sofisticado, con volumen.