Oviedo, Raquel L. MURIAS

El salmón atlántico ya está en peligro de extinción. Es la conclusión que se recoge en el estudio biológico y genético sobre esta emblemática especie que elabora David Álvarez, biólogo de la Universidad de Oviedo, y cuyos primeros resultados ya se conocen, aunque la investigación sigue adelante. Este experto asegura que «si estuviéramos hablando de otra especie» ya se hubiera catalogado el salmón como en peligro de extinción. Álvarez apunta que la gran tradición de pesca salmonera en la región, así como los seis millones de euros que se calcula que genera anualmente su pesca en Asturias, han condicionado el nivel de protección.

David Álvarez también concreta con datos en la mano que las repoblaciones de alevines de salmón llevadas a cabo en los últimos años en Asturias han sido un fracaso y no han servido para lograr la recuperación de la especie. Así, a pesar de que las sueltas de alevines se vienen llevando a cabo en Asturias desde hace veinte años, lo cierto es que de los salmones que se pescan en los ríos asturianos ni siquiera el 1% procede de repoblaciones. En el estudio llevado a cabo por Álvarez se especifica que entre los años 1992 y 1999, ambos incluidos, de los 1.695.800 alevines soltados en los ríos asturianos, sólo un 0,63% de las capturas de este período correspondieron a salmones procedentes de repoblación. Las razones que explican este mal dato son que cuando en un río se sueltan alevines la mayoría de ellos muere porque están acostumbrados a vivir en cautividad con unas condiciones muy distintas como son el suministro regular y abundante de comida y la ausencia de depredadores. «Además, si lo que nos interesa es que se mantengan los reproductores en el río, de poco sirve que se suelten alevines y se pesquen más salmones si no quedan reproductores en los cauces». Por este motivo, este experto de la Universidad de Oviedo considera que se debería aplicar una veda total en los ríos asturianos, «y permitir sólo la pesca sin muerte, para que la especie se recupere». Manifiesta Álvarez que el problema viene dado porque lo que se está consiguiendo con las repoblaciones es que «haya un número pequeño de reproductores y uno muy alto de descendientes. Además, el problema se incrementa si las políticas de repoblación se dirigen a compensar la sobreexplotación de las poblaciones naturales». Es decir, el hecho de que haya más salmones en el río como fruto de la repoblación no supone un aumento de los reproductores.

Las conclusiones de este estudio sobre la repoblación son claras: «sólo unos meses de crianza en cautividad son suficientes para que se produzca una relajación de los mecanismos antidepredación. A la segunda generación de cría en cautividad, los peces son insensibles a la presencia de un depredador y los peces repoblados se alimentarán a horas de máximo riesgo de depredación», concreta el informe, que también apunta que los peces domésticos tienen mayores tasas de crecimiento que los salvajes.

Estos datos, unidos a la caída en picado de las capturas durante los últimos años, que tocaron fondo en el año 2009 con 356 salmones capturados con una campaña tradicional de pesca con muerte (en 2010 y 2011 sólo se pudo pescar durante un mes y medio y no sería representativo comparar los datos), llevan a David Álvarez a apuntar que cualquier otra especie en la situación del salmón atlántico ya estaría declarada en peligro de extinción. Insiste en que la recuperación pasa por la reducción de capturas, la veda y la protección del hábitat. También subraya que las repoblaciones masivas de esguines de salmón como método de refuerzo de las poblaciones no son efectivas puesto que la crianza en cautividad altera el comportamiento, compromete la supervivencia tras la suelta y los peces repoblados pueden tener un efecto negativo sobre la población salvaje local.

Aunque los expertos y la mayoría de las sociedades de pesca apuntan la necesidad de acotar al máximo las capturas del salmón en Asturias, el Gobierno regional ha optado este año por retirar la mayoría de las restricciones recuperando una temporada de cuatro meses de pesca con muerte.