Ser periférico es una categoría, y no muy digna. No se asimila a indigente, marginal, insolvente y otras criaturas que viven en el fondo del pozo, pero el periférico se asoma ya al borde. En la UE todos los países latinos se han vuelto periféricos, excepto Francia, que sólo apunta maneras. O sea, que una de dos, o la culpa la tiene el clima o la tienen el maldito latín y sus romances, lenguas en las que hay varias palabras para cada cosa, en lugar de una palabra para varias cosas, como en otras. Algunos países del Norte piden una Europa a dos velocidades, en función de la solvencia de sus economías (la famosa Triple A) y a mí no me parece tan mal. Toda integración es así, un tira y afloja. Antes, el máximo era la Primera División y, ahora, la Champions Ligue. Intentemos jugar en la Champions, pero sin agobiarnos. Los periféricos del Sur seguiríamos en Primera, y siempre nos quedaría el Sol.