Jesús Arango, economista y ex consejero de Agricultura del Principado, receta la reconversión en «actividad económica» de la «gran riqueza medioambiental y paisajística de la región» como antídoto contra un despoblamiento que considera el gran mal que aqueja al medio rural asturiano. Un mal que amenaza con agravarse hasta el extremo en el caso de que no se produzca cuanto antes un «revulsivo». «La especie asturiana en extinción es el campesino, con todos los respetos para el oso», señaló ayer Arango durante la presentación de su libro «Somiedo. De la trashumancia al parque natural», acto celebrado en la sede del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), en Oviedo, y en el que también intervinieron Juan Luis Rodríguez-Vigil, ex presidente del Principado; Belarmino Fernández, alcalde somedano, y Santiago Alonso, ex consejero de Agricultura y Pesca. Vicente Álvarez Areces, presidente socialista del Principado hasta hace sólo unos meses, siguió la presentación desde la primera fila de las sillas reservadas al público, sentado junto al síndico Avelino Viejo.

¿Y qué hacer ante lo que Santiago Alonso calificó de «feroz» despoblamiento de las alas de la región? Arango ofreció algunas pistas. Por ejemplo, poner en cuestión que lo público tenga que ser gratis o que no se pueda cobrar por acceder a los espacios naturales de gran valor. Y puso un ejemplo. Si al parque de Somiedo acuden 186.000 visitantes al año y se les cobrase una cuota de dos euros a cada uno de ellos, el Ayuntamiento vería incrementarse su presupuesto en un 12 por ciento. Además, también llamó a reorientar el modelo turístico al mercado comunitario más que al nacional. «Hay que ver qué productos podemos vender a 500 millones de europeos, y uno de ellos es, sin duda, el turismo de senderismo, con una buena organización de servicios, accesos y guías».

También para salvar el medio rural del serio riesgo de selvatización por abandono, Arango censuró la visión de Asturias como «un área central que concentra la actividad económica y se ordena con planes urbanísticos, mientras el resto se va muriendo». Frente a esa región «desequilibrada», donde el 80 por ciento de la gente se concentra en el 20 por ciento del territorio, el ex consejero bosquejó una alternativa. Pasa por que el área central «deje de mirar tanto a Pajares y realice un gran giro hacia el mar, para aprovechar las oportunidades que abre el puerto de El Musel». Además, esa zona metropolitana también debería abandonar las tan históricas como estériles rivalidades entre Oviedo y Gijón para convertirse en la «quinta o la sexta ciudad española» y «jugar en la primera división económica».

Ahora bien, el economista de Los Cabos (Pravia) entiende que todo ese desarrollo del centro debe ser «compatible con una red de villas y polas en las alas con nuevas estrategias de desarrollo». A su juicio, Somiedo, como lo fue en los años ochenta con la creación del parque, bien podría convertirse en «ensayo piloto» para esas actuaciones de nuevo cuño que impidan el abandono total del campo astur.