Convulsión en el departamento de Historia de la Universidad de Oviedo por las duras declaraciones de José Girón contra varios de sus miembros. El docente acusó ayer en este diario a algunos compañeros de intentar impedirle por razones ideológicas y personales el acceso a su cátedra, que finalmente obtuvo en marzo del año pasado tras varios meses de controversias. Además, los vinculó a «la mafia comunista» de su Facultad y achacó su cese como coordinador de asignatura de la PAU a una «represalia» del rector, Vicente Gotor, por haber denunciado su situación a nivel interno. Sus palabras encontraron respuesta en muchos de los aludidos y podrían acabar en el Juzgado. Por contra, cuenta con el respaldo de otros colegas de profesión.

«No pienso entrar en una polémica que sólo se basa en insultos y no en argumentos y, en todo caso, valoraré si corresponde iniciar acciones legales por las acusaciones», señala Francisco Erice, profesor titular de la Universidad de Oviedo y al que Girón mencionó expresamente como miembro del grupo al que atribuye los intentos de impedirle de forma espuria su acceso a la cátedra. El docente indicó que está dispuesto a entablar cualquier tipo de «debate ideológico», pero se mostró contrario en todo momento a responder a «descalificaciones e insidias». «Me parece vergonzoso este tipo de comportamientos públicos y, por lo tanto, tan sólo me pronunciaré si procede a través de la Justicia, ya que me han llamado mafioso y eso supone atribuirme sin ninguna prueba una serie de comportamientos delictivos», concluye.

Para David Ruiz, catedrático emérito de Historia Contemporánea, el conflicto esconde «una serie de actitudes más que cuestionables». Aunque prefiere no opinar directamente sobre el asunto porque ya no estaba en el departamento cuando estalló el enfrentamiento, sí relata cómo nombró profesor ayudante a Girón en 1967. «Me dieron 24 horas para elegir un candidato y lo escogí a él porque en ese momento no había otro disponible. Había gente muy capaz, pero todos estaban trabajando como profesores de instituto», relata. También rememora que consigue ser funcionario en los ochenta tras un concurso nacional para interinos «en el que recibe mi apoyo» y que se caracterizó por «la benignidad para los que tenían dificultad a la hora de alcanzar la puntuación». Además, subraya que Girón se mostró partidario en su día de que las cátedras se concedieran por antigüedad y no por méritos y que «tardó doce años en acabar su tesis doctoral, aún sin publicar».

Por su parte, Vicente Gotor tampoco quiere «entrar demasiado en detalle» en las acusaciones que Girón realizó contra él al señalar que actuó de «forma arbitraria y contradictoria» cuando se opuso a la concesión de la cátedra y que le apartó como castigo de la coordinación de la asignatura para las pruebas de la nueva selectividad. «Lo único que quiero aclarar sobre este asunto, que daría para mucho, es que fue sustituido en ese puesto porque un informe presentado por el Vicerrectorado de Estudiantes, dirigido entonces por la actual diputada autonómica Susana López Ares, pedía su cese por incumplir con sus obligaciones», indica. «Más allá de esto, no creo conveniente polemizar sobre opiniones particulares», concluye.

Tampoco Paz Andrés, catedrática de Derecho Internacional Público y próxima candidata a las elecciones para el Rectorado, quiso ayer pasar por alto las duras palabras que Girón le dedicó, al culparla de haber capitaneado a un grupo de miembros del Consejo de Gobierno de la Universidad que se abstuvo cuando el órgano tuvo que pronunciarse sobre la polémica concesión de la cátedra. «Si la acusación que se me hace es de haber estado en contra del amiguismo en la vida académica, entonces puedo confirmar que ésa es mi posición y que en ella seguiré en adelante», afirmó. Además, aclara que «tomé esa postura entonces porque quería que se respetara el procedimiento establecido para este tipo de casos y las competencias del departamento, que había mostrado reticencias a la concesión de esa plaza».

Pero las aseveraciones de Girón no sólo recibieron reproches ayer, sino también el apoyo de algunos de los colegas, que se posicionaron a su lado durante el litigio. «Aunque considero que se trata de una situación muy concreta, específica y que afecta a una sola persona, también sé por mis alumnos que en la Facultad existe un grupo de profesores que siguen una metodología propia de otras épocas», afirma el profesor de Historia Antigua Emilio Cartes. «Se sabe que se guían por formas que aceptan como si fuera un sacerdocio y hay quien les señala como personas que se han dejado influenciar por el estalinismo. Por eso, algunos los llaman comunistoides», añade en sintonía con otros compañeros que ayer prefirieron no pronunciarse en público.

En este sector sitúa al ex decano Octavio Monserrat, al que Girón calificó de «capo de la mafia» en la entrevista y con el que este periódico intentó ayer sin éxito ponerse en contacto. «Es algo tiquismiquis», asevera Cartes. «Durante su mandato, aplicó un puntillismo brutal en cuestiones relacionadas con cuestiones formales que hicieron la vida realmente incómoda a muchos», destaca. «Tenía una forma de trabajar un tanto colegial, monjil, extraña», sostiene. «Se castigó a algunos profesores con horarios poco propicios», remata.

Francisco Erice

David Ruiz

Vicente Gotor

Paz Andrés

Emilio Cartes