Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

La Asturias rural está en estado crítico: suma cinco nuevos pueblos abandonados cada año, cuenta con 408 localidades sin residentes y tiene otros 538 núcleos con menos de tres vecinos y, por tanto, en grave riesgo de abandono definitivo. Éstas son algunas de las preocupantes conclusiones de un estudio realizado por técnicos de la Red Asturiana de Desarrollo Rural (Reader), en el que también se pone de manifiesto que el Principado en su conjunto es, con 672 entidades, la provincia española que tiene un mayor número de núcleos sin vecinos. Suponen 131 más que hace una década, con un espectacular incremento del 24 por ciento que no tiene visos de moderarse, ni siquiera ligeramente, en el corto o el medio plazo.

Todo lo contrario. El abandono de pueblos en el medio rural asturiano amenaza con agudizarse en los próximos años, señala el estudio. Y así lo vienen advirtiendo también en los últimos tiempos numerosos expertos, entre ellos el ex presidente del Principado Juan Luis Rodríguez-Vigil o el que fuera consejero de Agricultura con Pedro de Silva, Jesús Arango. De este último es la afirmación de que «con todos los respetos para el oso, la especie que está en peligro de extinción en Asturias es el campesino». Los datos de despoblamiento y de núcleos abandonados le dan la razón. El pavoroso incendio que devoró el valle allandés de El Valledor en octubre del pasado año ya supuso un aldabonazo sobre las consecuencias de la creciente selvatización de amplísimas zonas de la Asturias rural, a partir de una sangría demográfica para la que, hasta el momento, no se ha encontrado remedio. «Lo sucedido en El Valledor es premonitorio. Si no se toman medidas, quemará la Asturias rural entera»,», advirtió Rodríguez-Vigil tras comprobar personalmente una tragedia medioambiental que devastó el bosque de Bedramón, calificado por Santiago Menéndez de Luarca como «la joya de la corona forestal de Asturias». De sus más de 1.700 hectáreas de pino silvestre, apenas se salvó de las llamas un centenar.

El estudio del Reader desvela que los pueblos abandonados proliferan en el medio rural de la región, así como en los concejos de tradición minera e industrial. Además, los técnicos han podido comprobar que los núcleos sin habitantes se concentran en el interior del Principado: «A medida que nos alejamos de la costa y nos adentramos en el área meridional de la región, aumenta el número de núcleos despoblados».

A la hora de valorar las causas que de la sangría poblacional de la Asturias rural, los técnicos citan el notable envejecimiento de los residentes en estos concejos y la emigración interna que se produce hacia las cabeceras comarcales y al área central de la región, así como «la regresión imparable de los efectivos demográficos». Éstos son los parámetros que explican un proceso que trae un buen número de consecuencias negativas y que pueden pasar inadvertidas en muchas ocasiones. Y es que, a la degradación del caserío tradicional, se le unen la ruptura del equilibrio ecológico, una más que evidente degradación paisajística y el olvido de costumbres y de tradiciones.