Era seguro que Gabino de Lorenzo iría a su toma de posesión como delegado del Gobierno en Asturias, pero en las cafeterías de la calle Santa Teresa flotaba un sinvivir sobre si acudiría o no Francisco Álvarez-Cascos, presidente del Principado. El acto era a la luminosa hora del vermú de una mañana de caldo. En la espera se notaba una curiosidad ociosa entre algunos jubilosos jubilados de la «clap» gabiniana que rompió con estrés, móvil y paso rápido Agustín Iglesias Caunedo, alcalde de Oviedo, y sus acompañantes.

A las dos de la tarde de ayer se notó que la derecha asturiana ocupaba su última plaza -la plaza de España- porque se veía a todos los socialistas que tenían que estar en el acto pero ni uno más (Javier Fernández, portavoz socialista en la Junta; Antonio Masip, eurodiputado; Antonio Trevín, diputado nacional; Vicente Álvarez Areces, senador; Francisco González Zapico, delegado saliente...).

La emoción estaba en el derbi de la derecha, en el encuentro de la máxima rivalidad.

-¿Vendrá Cascos?

La forista Cristina Coto de la Mata había declarado esa misma mañana que De Lorenzo no había ido a la toma de posesión del presidente del Principado.

Ahora, como los políticos andan cortos de presupuestos, administran los tiempos. Cascos y De Lorenzo administraron bien su tiempo llegando casi a la vez y administraron muy bien sus espacios porque, cuando el que fuera alcalde de Oviedo fue engullido por los fotógrafos y camarógrafos en la parte de la plaza, el presidente del Principado y su consejero de la Presidencia, Florentino Alonso Piñón, aparecieron por el monumento a la Paz y enfilaron para dentro del edificio junto a los procuradores y síndicos del Principado.

Así quedó todo el protagonismo de la llegada a quien era la estrella del día pero Cascos reinó durante unos minutos en la primera planta de este edificio de la Delegación del Gobierno que tiene algo de instituto de enseñanza media venido a más y algo de parador de Pajares venido a menos (si cabe). La sala, que de pequeña quedó en nada, se fue llenando. Amigos de Gabino (Luis Tejuca, Silverio Castro), familia De Lorenzo (Rita María, hijo, nietos), concejales de Oviedo (tropel), abundante PP, bastantes periodistas, algunos funcionarios.

Las sillas estaban reservadas para la sociedad general de autoridades (civiles, militares, eclesiásticas, universitarias, judiciales...).

El acto echó a andar con diez minutos de retraso sobre el horario previsto. Francisco González Zapico, delegado saliente que recibió agradecimientos del Rey y de Brey, estuvo largo para lo corto de su mandato, un trimestre en el que dijo haber sostenido la mejora de las infraestructuras, la lucha contra el desempleo y el mantenimiento del Estado del bienestar. Deseó que se mantenga al personal y se puso a disposición de su sucesor.

Gabino de Lorenzo, el gran declamador de los maristas de Oviedo, juró con su dicción machamartilleante y luego habló cómodo en su tono informal. Se dirigió a Cascos casi antes que a nadie. No viene a intercambiar cuero y ofrece lealtad institucional fueron unas palabras seguidas por el aludido con la inexpresividad que exige el momento. Nombró a algunos de sus amigos, presentes, y echó de menos a José Ángel Fernández Villa, secretario general del SOMA-FIA-UGT, ingresado. El que va a tener a su disposición tanta Policía saludó a Agustín de Luis, jefe de sus municipales.

En seguida se lanzó a ese discurso personal suyo que quiere dar nuevos contenidos a la figura del delegado del Gobierno, más allá de ir a recibir a los ministros a Campomanes cuando llegan de Madrid. La descripción presenta un De Lorenzo nuevo: va a defender y aplicar la política del Gobierno de Madrid para Asturias, no a hacer la que se le vaya ocurriendo, y tiene que hacerlo sobre principios de rigor, austeridad, disciplina y ortodoxia, que no son los que le dieron la fama ni las sacas de votos en las sucesivas elecciones. Fijó la solidaridad de España con Asturias en el desfase de 1.870 millones de euros anuales de la Seguridad Social entre lo que se cotiza y las pensiones. Debe entenderse que no es para que los asturianos lo corrijan muriendo, sino para que dejen de exigir. Habló de la necesidad de que se acaben los tramos occidentales y orientales de la autovía de Asturias y que se rentabilicen los carísimos túneles de Pajares con un AVE y, como en sus tiempos de alcalde, puso deberes y pidió informes del estado de esas obras. O sea que quiere saber cómo están las cosas.

La ministra Ana Mato, postrera y en tono pastel, venía de Santander y, acaso, sensibilizada con los tramos inacabados del Oriente. También se dirigió a Cascos de buen rollo y también obtuvo una inexpresión a cambio. Habló de la transformación que ha «sufrido» Oviedo en los 21 años de Gabino como alcalde.

El derbi se acabó de disputar en las fotografías de la salida. Los contendientes se buscaron, se saludaron, se sonrieron, posaron, se dejaron arrastrar hacia la puerta y se disputaron así la primera de las fotos desde que uno es presidente del Principado y otro delegado del Gobierno. A partir de ahora cada uno buscará su lugar bajo la luz del flash para darle sombra política al otro.

Después de cruzar el túnel agudo de la Banda de Gaitas de Oviedo que resonaba en las escaleras, el nuevo De Lorenzo despidió a los viejos amigos y abrazó a sus nietos. Casi las tres. En Oviedo siempre se comió tarde.