Oviedo, E. G.

Paloma Menéndez pasó ayer por un ritual mediático del que no se librarán la mayoría de los consejeros: explicar el recorte presupuestario tras la decisión de la Junta General de echar abajo el proyecto del Gobierno regional.

Un ritual que comenzó anteayer con José María Navia-Osorio, consejero de Sanidad. La prórroga «es una tragedia», señaló. Como recorte estrella Navia-Osorio lamentó el parón en la construcción o en la mejora de once centros de salud en Asturias.

De la necesidad de administrar un Presupuesto prorrogado «va a verse afectada, sobre todo, la población más vulnerable», argumentó ayer la consejera de Bienestar Social.

Primero se habló de la situación de Sanidad, después de Bienestar Social. Hoy, lunes, le toca el turno a Educación. Son las tres áreas más sensibles a la hora de recortar y las que pueden generar mayor alerta social. El orden de comparecencia de los consejeros responde, pues, a una táctica de cara a la opinión pública asturiana. La persistencia semántica en culpar a la pinza PP-PSOE, también.

Estrategias del juego político aparte, los consejeros de Sanidad y de Bienestar Social también han sabido ponerse límites. Navia-Osorio aseguró que los sueldos del personal sanitario asturiano no peligran, aunque sí algunos complementos, y mantuvo el verano de 2013 como fecha para la apertura del nuevo HUCA.

Paloma Menéndez, por su parte, quiso garantizar las prestaciones de la dependencia (5.751 personas estaban a la espera de su plan individualizado de atención, el PIA, en Asturias); 4.000 más esperan la tramitación de su petición de salario social. Con los actuales números en la mano las cuentas no le cuadran. Y aún falta el amargo trago de adecuar los números regionales al techo de endeudamiento que fije la Administración central.