Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

La cuesta abajo de Feve no encuentra freno. La compañía abrió 2011 con tres percances de relevancia en Asturias, en lo que puede considerarse una «semana negra» para una operadora ferroviaria que pierde viajeros a una velocidad de vértigo. Cerró 2011 con un nuevo desplome de usuarios en sus líneas asturianas de cercanías, al perder casi 270.000 viajeros con respecto al ejercicio anterior. El declive es evidente. La operadora, en mínimos históricos, tuvo el pasado año dos millones de clientes menos que en 2005. La herencia que deja el socialista leonés Ángel Villalba a su sucesor, el popular Marcelino Oreja, es muy complicada.

La «sangría» de pasajeros coincide con el fracaso de grandes proyectos anunciados a bombo y platillo. La reforma de toda la ruta por la Cornisa para que los trenes alcanzasen los 260 kilómetros por hora o el tercer hilo de Pajares son sólo dos ejemplos. Mientras la empresa se enfrascaba en proyectos faraónicos devastados por la crisis, desarrollaba varios servicios turísticos de lujo o se proyectaba al exterior con varios contratos en América Latina, sus clientes del día a día le han ido dando la espalda, ante la evidente falta de competitividad de numerosos servicios y unos tiempos de viaje que, en muchos casos, siguen siendo los mismos de hace treinta años. La infraestructura se queda anticuada, según reconocen varios ferroviarios consultados. Los trenes, algunos con cuarenta años, siguen dependiendo de la vía única en muchos tramos y circulan por trazados decimonónicos, con tramos sin electrificar y repletos de curvas, en los que la velocidad cae por debajo de los 40 kilómetros a la hora. Como consecuencia, los retrasos no son raros. La fiabilidad de la compañía en Asturias es de tan sólo el 70 por ciento, la más baja de toda la red de ancho métrico. En estas circunstancias, lo único que le faltaba a la operadora era sumar esos tres accidentes en una semana, con 21 heridos leves en la colisión de San Claudio.

Los números hablan por sí solos. El derrumbe del pasaje es espectacular. Las cercanías de Feve perdieron nada más y nada menos que 268.251 viajeros en 2011 y ya están por debajo de los tres millones de usuarios, según los datos de Sadei. La operadora de vía estrecha pasó de 3.122.733 millones de clientes en 2010 a 2.854.482 en el pasado ejercicio. Este nuevo batacazo se enmarca en una cuesta abajo que arrancó hace siete años y que parece imposible de contener. Feve se ha dejado cerca del 40 ciento de sus usuarios en el último lustro. En 2005 todavía se subieron a sus trenes de cercanías 4,8 millones de viajeros. Sólo dos años después, eran un millón menos. En 2011 el pasaje se hundió a mínimos históricos, tras fracasar el último plan para captar clientes, puesto en marcha en junio de 2011. La propuesta «estrella» era un servicio rápido entre Gijón y Pola de Siero. Los responsables de Feve reconocen que no se han cumplido, ni de lejos, las expectativas. Y es que sigue vigente el transbordo en El Berrón, un lastre para el desarrollo de una ruta con evidente potencial. El traslado de la estación gijonesa desde El Humedal a la calle de Sanz Crespo tampoco ha ayudado. Fuentes sindicales aseguran que la mayor pérdida de pasajeros durante el último año se ha registrado en servicios con salida o llegada en Gijón, donde se ha dejado el 10 por ciento de la clientela con respecto a 2010. Serían 190.000 viajeros menos, según el comité de empresa. Por cierto, Feve ha eliminado los autobuses lanzadera con el centro de Gijón.

«Lo grave, al margen de las ocurrencias, es que tras invertir 600 millones de euros, los previstos en el plan estratégico, la inmensa mayoría de la red de Feve sigue con los sistemas de seguridad de hace cien años y, salvo las cercanías de Asturias, Santander y Bilbao, el resto de la red no ha sido modernizada», apunta José Quince, del sindicato de maquinistas (Semaf). Además, pone de manifiesto que la empresa «tampoco ha hecho ninguna variante de trazado ni duplicación de vía en los últimos tiempos, con la única excepción del tramo entre Carbayín y El Berrón, de unos 7 kilómetros y en la que se emplearon ocho años de obras». A la hora de plantear actuaciones necesarias, Quince señala, por encima de todo, la variante de Udrión, en Trubia. Según indica, «con apenas 500 metros de longitud, permitiría una reducción de los tiempos de viaje de casi un 40 por ciento entre Oviedo y Grado». También da prioridad a la electrificación de la línea entre Mieres y Collanzo. De acuerdo con sus cálculos, tendría un coste inferior a los diez millones de euros y se amortizaría en apenas seis años.

Ferroviarios y usuarios también consideran imprescindible para la mejora de la red regional de vía estrecha desdoblar el tramo entre Sotiello y La Florida, en la línea Gijón-Laviana, y el túnel de La Curuxona, cerca de Carbayín y en la misma ruta. También se necesita doble vía entre Trasona y Gijón, de Trubia a Oviedo y de Pola de Siero a Nava y, después, a Infiesto.

Miguel Ángel González, secretario de la sección sindical de CC OO en Feve, reconoce que la compañía ha realizado inversiones en los últimos años, pero reclama un mayor esfuerzo en determinadas infraestructuras que permitan «mejorar el servicio y captar clientes». A juicio de este sindicalista, y en la misma línea que José Quince, la empresa debe hacer hincapié en actuaciones de desdoblamiento de la vía, supresión de curvas especialmente complicadas, electrificación de los tramos que siguen dependiendo en exclusiva de la tracción diesel y potenciación de los sistemas de seguridad.

Incrementar las inversiones en la red es fundamental, a juicio de trabajadores de la empresa, pero para mejorar el servicio y ganar usuarios, hace falta algo más. Quince ve necesario un giro en los objetivos estratégicos de la compañía. «La gestión de los últimos años ha reducido las cifras de viajeros a los niveles más bajos de la historia, dando prioridad a los trenes de lujo y de feria sobre los que tiene un claro contenido social», precisa el responsable de Semaf. Y añade: «Feve ha sufrido una serie de ocurrencias, sin ningún tipo de soporte razonable, todas ellas durmiendo el sueño de los justos, mientras el número de pasajeros se desplomaba».

Marcelino Oreja tiene tarea por delante. La primera, recuperar la confianza de unos viajeros que se bajan masivamente de los trenes de Feve desde hace años.