Han jugado fuerte. Los candidatos del PSOE y del PP a la Presidencia del Principado, Javier Fernández y Mercedes Fernández, respectivamente, exigieron plenos poderes a sus partidos para abordar las elecciones autonómicas del próximo 25 de marzo y se los han dado. Han asumido el papel de líderes sin matices y, como tal, se la juegan en los comicios de dentro de poco más de cinco semanas. Uno y otro han apostado por poner cara a la victoria o a la derrota, por encima de las propias organizaciones a las que representan.

A diferencia de lo sucedido en el pasado mes de mayo, en el que también fue cabeza de cartel por el PSOE, en esta ocasión Javier Fernández ha decidido pasar a la ofensiva, ser el auténtico «número uno» del PSOE desde el principio de la carrera electoral, adquiriendo todo el protagonismo, aunque en ocasiones le resulte realmente complicado ser el centro de atención. La renovación de las listas electorales socialistas demuestra bien a las claras su cambio de actitud. Obligado o no por las circunstancias (el «caso Marea», la corrupción que salpicó al último Gobierno de Vicente Álvarez Areces está ahí y no se puede obviar), lo cierto es que no era fácil dar portazo al arecismo y apartar de la primera línea política a diputados con varias legislaturas autonómicas a sus espaldas.

Javier Fernández es consciente de que el 25-M es su última oportunidad. Ganar dos o tres diputados con respecto a ocho meses atrás posiblemente le bastaría para salir victorioso. No lograrlo implicaría que en el próximo Congreso de los socialistas asturianos, previsto para antes del verano, dejaría de ser el secretario general. Su sustituto se encontraría, al menos, con el camino de la regeneración parlamentaria allanado.

La popular Mercedes Fernández también ha apostado por ir a por todas. Desde el momento en que María Dolores de Cospedal le dijo que tenía que ser la «número uno» en Asturias, la política gijonesa comenzó a mover los hilos para concurrir a los comicios con sus propuestas y con su gente. No quería unas listas perdedoras y por eso negoció tanto con la dirección nacional del partido como con la regional la elaboración de unas candidaturas con el mayor número posible de nombres nuevos, de personas distintas a las que sufrieron la derrota sin paliativos de mayo pasado. Como colofón planteó la opción de pasar a desempeñar las labores de dirección del partido en la región hasta la celebración del congreso regional popular y, hoy mismo, Ovidio Sánchez le cederá la presidencia.

Mercedes Fernández, sin ruido pero sin pausa, se ha ido haciendo con todo el poder en el PP asturiano. Que lo mantenga o no dependerá de los resultados del próximo 25 de marzo. No se esconde. El triunfo o la derrota será suyo y, como mucho, de Mariano Rajoy y Cospedal.

Y a propósito, ¿qué pensará Álvarez-Cascos de todo esto? , de que Rajoy le haya dado a Mercedes Fernández prácticamente todo lo que a él le negó. Seguro que le ha sentado mal, muy mal. ¿Explicará algún día Rajoy las razones de fondo por las que rechazó que Cascos fuera el candidato del PP a presidir el Principado?