La fuerza y poderío de la sociedad española, que acabará desmintiendo todos los malos augurios, está en lo jóvenes que son sus clases medias, o sea, lo poco que llevan como clases medias, y lo cerca que tienen detrás la pobreza de la que vienen. Pocos países europeos han experimentado una progresión social tan rápida, fruto de la veloz transformación de sociedad agraria en industrial, y de sociedad industrial en sociedad de los servicios. La gente lucha por ser más, pero sobre todo por no ser menos, por no caer al lugar del que se viene. Leo que en la prensa francesa se cifra en la Princesa Letizia la esperanza de «rescate» de la Monarquía. No está mal visto. En este billete se apuntó en su día que la llegada de Letizia a la Casa era una renovación con sangre de la clase media; que es, junto con el ansia de la clase trabajadora en hacerse media, nuestro mejor reconstituyente endógeno.