Si de algo no adolecen los candidatos a la Presidencia del Principado de las cuatro principales fuerzas políticas de la región es de experiencia. Todos ellos llevan muchos años en la dura pugna por el control de parcelas de poder; los cuatro, sin excepción, y el que más, sin lugar a dudas, el actual presidente del Principado en funciones, Francisco Álvarez-Cascos.

Resulta cuanto menos chocante escuchar al líder de Foro que a él y a los militantes de su partido «no nos guía ningún afán de aferrarnos al sillón» o que no «nos interesan los cazacargos que van con los de la feria y vuelven con los de la procesión, porque son ejemplos de interés particular o partidista por encima del servicio a los intereses generales de la sociedad».

Sorprende que Álvarez-Cascos critique a los que se perpetúan en la política, precisamente él, que de todos los diputados regionales actuales es, con mucha diferencia, el que más años lleva en puestos políticos. Ya fue concejal en Gijón y diputado provincial a finales de los setenta, y consejero de Turismo en la preautonomía. Sillones, desde entonces, ha ocupado muchos y muy relevantes, hasta presidente del Gobierno de España en funciones en tiempos de Aznar. De manera legítima, faltaría más, eso nadie se lo discute. Pero visto lo visto quizá no sea la persona más adecuada para hablar de «cazacargos». Como tampoco resulta muy comprensible ese interés desmedido por criticar a socialistas y populares por anteponer sus intereses particulares a los generales de la región. Antes de insistir en este argumentario Cascos debería pensárselo dos veces. ¿O es que cuando abandonó el PP lo hizo no por sentirse humillado por Mariano Rajoy sino por el bien de Asturias y los asturianos? ¿Qué hubiera pasado si el líder de los populares y actual presidente del Gobierno de España le hubiera aceptado como cabeza de cartel en el Principado?

La realidad es que si Francisco Álvarez-Cascos creó un nuevo partido en Asturias para batallar con el PP fue, ante todo, por sus propios intereses, porque su orgullo no le permitía admitir sin más que su organización de toda la vida, de la que llegó a ser secretario general, le había dado de lado.

Lo reconozca o no, Cascos entra en esa categoría de políticos que él denomina «cazacargos», ésos que «van con los de la feria y vuelven con los de la procesión». El fue con los del PP y cuando este partido no le dio el cargo, candidato a la Presidencia del Principado, volvió con los de la procesión, con los de Foro. No es una especulación, es algo concreto, perceptible. La historia es así y las hemerotecas están ahí para quien quiera comprobarlo.

El maestro Cascos y su alumna durante muchos años la cabeza de cartel del PP, Mercedes Fernández , ya han iniciado las hostilidades electorales. Más sibilina ella, dejando entrever el cansancio y la desilusión de él. Más raposo el líder de Foro, aprovechándose de los «lamentables sucesos» del 11-M para recordar que en solidaridad con la ahora candidata popular se dio de baja en el PP gijonés y trasladó su ficha a Madrid.