La matanza de elefantes para hacerse con sus colmillos se había contenido, gracias sobre todo a la mayor conciencia de Occidente, pero ahora al parecer renace con fuerza, alentada por el mercado de nuevos ricos de Oriente. Un signo y un síntoma de por dónde irán las cosas. Oriente está relevando a Occidente también en su papel de gran depredador global. En el fondo, y bien mirado, la crisis de Occidente y ese relevo son la misma cosa. El alma genuina del sistema, la que guarda en lo más hondo del almario, es la depredación. El gran lujo es depredación cosificada y estilizada, pero lo que está detrás, y le da la fuerza al animal humano, es la depredación brutal, el poder de matar y destruir. En su grado más perfecto, la depredación no es para nada, ni busca nada útil, es porque sí, simplemente para demostrarse a uno y mostrar a todos que se puede. Es la bandera del sistema.