Las conquistas sociales, el Estado del bienestar, los derechos laborales son una proeza humanitaria alcanzada a través de más de un siglo de luchas, pero sus defensas se habían ido relajando, hasta no guardar relación con el tamaño del edificio a defender. Quizá lo que ahora se anuncia, o sea, la erosión del sistema laboral y de protección social, ayude a tomar conciencia de que no hay derechos adquiridos para siempre ni conquistas irreversibles, que la naturaleza es desigual y cruel, y un modelo redistributivo e igualitario en lo esencial no se mantiene si la mayoría que lo disfruta no lo defiende. Quizá también los partidarios de la desigualdad y las ventajas para una minoría se vayan dando cuenta de que la paz social es en el fondo un pacto de no agresión, y su resquebrajamiento llevaría a la misma inseguridad y violencia que reinan en los países sin redes sociales de protección.