La alcaldesa de Avilés, Pilar Varela, encarga al detective privado Tenderino Bajo que investigue unos sms que ha recibido en el teléfono móvil con el texto «El Niemeyer volará y habrá un nuevo futuro». Después de varios capítulos de chistes groseros o bobos, excursos sin sentido y una trama sin pies ni cabeza, una pista inesperada (otro torpe giro de guión de J. Lugrán) a través de Facebook lleva a Tenderino a un acto de Foro Asturias.

Cabezas de peluquería, sombreros austriacos, glamour y excitación. Salón Oso de Favila del hotel-restaurante «El Cencerrón» de Trubia. Al fondo, un mural historicista representaba al rey de espadas de la baraja de Heraclio Fournier a punto de ser devorado por «Furacu», el galán plantígrado cántabro de «Tola».

Música techno: pi-co-pa-la-pi-co-pa-la-pi-co-pi-co-pi-co-pa-la.

Busqué una esquina discreta después de cruzar el mercadillo, donde se vendían ejemplares de todos los libros de Cascos, pañuelos de seda Sostres y el último CD del cantaedil Carlos Rubiera, «Ay, mamina», versión en asturiano del famoso musical de «Abba».

Después del pitido de acople, Cristina Coto inició la presentación de alguien que reunía los poderes de un dios, los valores de un héroe, la esperanza de un príncipe y la sabiduría del consejo de ancianos. Salió Francisco Álvarez-Cascos.

-Escrito dejó el ilustre polígrafo gijonés Jovellanos...

Fragor.

-¡Mira qué cabrón, quién está aquí!, me sobresaltó al oído una voz conocida.

Era Sebastianón. Había sido el portero que tenía en la oficina de la casa'l Coño, Toreno esquina Marqués de Pidal, en los tiempos en que un detective privado podía vivir a la sombra de la Administración pública, como cualquier otro asturiano con iniciativa.

-Ahora vienes, hijo puta, ahora que llegaron los míos, dijo cariñosamente mientras me abrazaba como «Furacu» al rey de espadas.

Sebastianón, que es un animal, había sido voluntario de seguridad desde la AP de Fraga, cobrador de los recibos de rentas de Isidro Fernández Rozada, lavador del Jaguar de Ovidio Sánchez, escopetero de los Fernández-Vega y mil servicios más a la causa. Cuando tuvo su oportunidad ante Cascos se le adelantó con el 4x4 Pelayo Roces. Ahora Sebastianón es una gran pérdida para el parlamentarismo asturiano.

Nos pusimos al día, le conté que era mi primer acto picopaleador, que no conocía a nadie y que si sabía quién era Queca Bayona.

-Una altona que ye parapsicóloga. Entró por el círculo de Isidro Martínez Oblanca. Ye muy agradable pero ta un poco p'allá.

-¿Cuánto p'allá?

-P'allá de las estrellas, anda con cosas de ovnis.

«... Con el día al Toboso, adonde tengo determinado de ir antes que en otra aventura me ponga, y allí tomaré la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea; con la cual licencia pienso y tengo por cierto de acabar y dar felice cima a toda peligrosa aventura, porque ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos por sus damas».

Así el líder de FAC entregó su discurso a los aplausos.

-Yo no sé a ti, pero a mí gústame más el Quijote leído por Cascos que escrito por Cervantes -comentó una señora de Oviedo, a mi lado.

Cristina Coto tomó el micrófono:

-Y ahora picoteo.

-Y paleteo, animó una voz.

-Las tarrinas son de arroz tres turnos. Dejad hueco, que hay formigos de postre.

Marea hacia las mesas y remolinos alrededor de Cascos.

-Ven -me apremió Sebastianón-, que estoy viendo a Queca Bayona.

Para evitar que me reconociera la guardia real de Cascos me cubrí la cara con un tríptico de la «Casona rural Picos Palace. La más elegante de Cangas de Onís».

Queca Bayona superaba el metro noventa de estatura y el metro de melena oscura y lacia. Vestía de largo y negro. La cara era pálida como un neón. Desde ambos lados de una nariz recta y larga, dos ojos negros miraban más allá. Sus labios eran útiles para tapar unos dientes prácticos para la masticación. Superaba que su boca no dijera gran cosa haciéndola hablar continuamente con modulaciones melodramáticas.

Sebastianón hizo las presentaciones, cogió dos copas de vino español al paso del camarero y, al volverse a por la tercera, empujó la bandeja, que derramó sobre Antonio Landeta poniéndole perdido el traje de rayas con el que había permitido la posesión de Luis Riera como alcalde de Oviedo en 1979. Le llevó al baño deshaciéndose en disculpas -¡non te vi, como yes ruinucu!- y deshaciendo grupos a codazos.

-Tengo entendido que crees en un nuevo futuro y que Cascos está muy relacionado con él -comenté.

-Sí, y cada vez está más cerca ese futuro. Yo entiendo las palabras que hay detrás de sus palabras. Desde que recibió la sardina de oro supe que vendría a llevarnos a un mundo mejor. Le he seguido en cada acto, viendo todos sus gestos y hoy ha dado la clave definitiva. Será mañana, sábado 18 de febrero, en Avilés.

-¿Cómo lo sabes?

Echó mano al bolso y sacó un iPad que me mostró. Tenía un salvapantallas con imágenes del espacio exterior que, como Dios pero al revés, hizo desaparecer con un toque de la yema de su dedo índice.

-La cita que ha hecho del Quijote tiene 312 caracteres sin espacios. El 12 es el año en el que estamos. 3+1x2=8. El 12 es el año que acoge luego protejo el 8 con el 1 y con el 2. Sale 18-2-12. Mañana.

-¿Y dónde será?

-En el Niemeyer, claro.

Una figura interrumpió la conversación. El mauritano Mamadou Soydallande, conocido como el senegalés de Foro, desplegó su gran sonrisa blanca y su muestrario de relojes marca «Hormega» con su esfera que representa las 24 horas, su fondo de tres colores donde se marcan los turnos, su aguja larga que es un pico, su aguja corta que es una pala.

-Ganga.

-No, gracias.

-Chollo, dijo mostrándome un taco de DVD de «Aldonza a tres turnos», película para adultos.

Cuando quise retomar la conversación, Queca Bayona había desaparecido.

-Así que aquí te tenemos, Tende, resentido -regresó Sebastianón.

-Ya ves -disimulé- ¿Y tú?, ¿dudaste un segundo en dejar el PP para ir con Cascos?

-Inafirmativamente. Ya sabes que Francisco en Asturias tiene mucho crédito.

-Pues anda que en Santander -rematé camino de la puerta.

(Continuará)