Este humilde plumilla siempre ha soñado con entrar un día corriendo en el periódico con la exclusiva de su vida bajo el brazo y gritar con fuerza: «¡¡¡¡Paren la rotativa!!!!». Ayer estuve a punto de lograrlo, el chivatazo se las traía. «Garganta profunda» me citó en una cafetería del centro. Me esperó sentado en un esquina del local, escondido tras LA NUEVA ESPAÑA. Sin saludarnos siquiera me dijo: «siéntate, sé quién es PAC». Obedecí y escuché mudo. Me preguntó: «¿verdad que estás buscando a alguien apodado PAC o de acrónimo PAC? ¿Alguien, político de carrera, que se lleva las bolsas llenas de dinero? ¿Al mejor libra a libra?». Estupefacto, sólo acerté a pronunciar un débil «sí». Tuve miedo de hablar y estropear lo que estaba sucediendo. «Sé quién es Pac-Man», repitió. «Garganta Profunda» me estaba entregando, por debajo de la mesa, en un sobre con grasa de chorizo, la documentación sobre el político más buscado de la «trama Gürtel», alguien vinculado al Partido Popular, un tal P. A.C. que se llevó casi un millón de euros del ala en la red corrupta que encabezaba Francisco Correa y que algunos policías relacionan, por las iniciales, con Paco Álvarez-Cascos, según he podido leer en varios medios nacionales.

Salí de la cafetería y corrí todo lo que pude hacia el periódico. Estaba seguro de que allí me esperaba un ascenso. No grité lo de «paren la rotativa», me pareció muy peliculero, pero entré en el despacho del jefe y le tiré el sobre con las manchas de chorizo encima de la mesa. Le dije: «Ahí está todo sobre PAC. Vengo de ver a mi Garganta Profunda».

El jefe, que me conoce, ni se inmutó. Cogió el sobre como con asco, olía a chorizo, y sacó la documentación con cuidado, como si estuviera desactivando una bomba. Empezó a reírse. «Así que este es PAC. Efectivamente es Pac-Man, pero no el que estamos buscando. Este es Manny Pacquiao también conocido como Manny, Pac-Man, Pacquiao, un boxeador profesional y político filipino. Efectivamente es uno de los campeones del mundo que más cobra por pelea, más incluso que Oscar de la Hoya, el Golden Boy, pero este Pac-Man se lo gana en el ring con el sudor de su frente, no haciendo el egipcio con Francisco Correa y compañía. Tu Garganta Profunda parece haberse quedado afónica. Menudo resbalón. Anda, ven acá, que te voy a poner yo gargantas de altura».

El jefe me había pillado en otro renuncio. Se levantó y activó el DVD. «Acaban de pasármelo del Centro Asturiano de Oviedo». En la pantalla aparecieron el presidente de la patronal asturiana, Severino García Vigón, y el delegado del Gobierno en Asturias, Gabino de Lorenzo, cantando, rodeados por miembros del laureado Coro Santiaguín. Por lo visto habían coincidido la noche anterior en el acto del nombramiento de Vigón como socio de honor del Centro Asturiano y en el fragor de la celebración se habían arrancado a cantar con los miembros del coro langreano. Cuando salía del despacho, el jefe repetía: «Esto son gargantas, esto son gargantas y no las tuyas». Al cerrar la puerta aún se oían sus carcajadas. Pedí la tarde para ir al médico, me dolía mucho la garganta.