No va a ser esta campaña electoral la de las concreciones. La de las vaguedades, sí. No está la situación económica para florituras programáticas. Lamentablemente, nos encontramos a expensas de lo que se decide en Madrid y Bruselas, y ello, nos guste o no, influye en el devenir de la propia campaña y, aún más, en lo que le espera a la región en los próximos meses, suceda lo que suceda en los inminentes comicios autonómicos; gane quien gane.

Estamos en pleno proceso de ajuste, de recortes presupuestarios. Nos han ido dando muchas pistas, pero no será hasta el próximo 30 de este mes, cinco días después de las elecciones autonómicas en el Principado y en Andalucía, cuando conozcamos en detalle cuáles son las cuentas del Estado preparadas por el Gobierno de Mariano Rajoy; cuando el PP nos despeje de una vez por todas las dudas sobre el alcance del dramático tijeretazo que nos espera. A partir de ahí ya sabremos a qué atenernos en Asturias, con todas las consecuencias.

Hasta entonces -con el aperitivo, por ejemplo, de que la comunidad autónoma va a tener que rebajar el déficit del 3,6 al 1,5 por ciento, unos 450 millones de euros- los políticos asturianos no parece que vayan a ir mucho más allá de promesas tan indeterminadas como la realizada ayer por la candidata del PP a la Presidencia del Principado, Mercedes Fernández, quien anunció que en caso de ser elegida jefa del Ejecutivo su primera medida será «un plan de choque» para crear empleo. Sin más. Sin cifras, sin plazos. Una mera declaración de intenciones para no caer en el populismo, a la espera de saber con qué se va a encontrar la comunidad autónoma dentro de poco menos de un mes.

Pero una cosa es la demagogia y otra el no decir nada, escurrir el bulto. El Gobierno central tiene muchos compromisos adquiridos con Asturias, y su presidente y sus ministros están obligados a hablar de ellos cuando vengan a la región a hacer campaña. Deben ser sinceros. Y si no pueden, mejor que se queden en Madrid.

Va a haber que apretarse el cinturón aún más. De eso no hay ninguna duda. Pero para que la región se resienta lo menos posible de los recortes es indispensable que de una vez por todas cuente con un Ejecutivo estable, tras ocho meses de inestabilidad y desgobierno. Los cuatro o cinco partidos políticos con opciones de entrar en el Parlamento regional deben ser conscientes de ello.