La pauta seguida por los asturianos en su comportamiento electoral no difería de la del resto de los españoles hasta las últimas elecciones autonómicas. El voto tendía a congregarse en torno a los dos grandes partidos de ámbito estatal. En parte, por eso se hablaba del bipartidismo como rasgo definitorio de la política regional. Además de los partidos mayoritarios, en las elecciones celebradas en Asturias han concurrido otros partidos de ámbito estatal, como el CDS, o autonómico, como PAS y URAS, que se han debatido entre estar o no estar representados en la Junta General. Que lo consigan depende en cada caso de algunos datos del escrutinio electoral y de las normas que regulan los comicios.

Aunque el CDS, en 1987, y URAS, en 1999, consiguieron, respectivamente, un escaño por la circunscripción occidental, es en la central donde los partidos minoritarios tienen más probabilidades debido al elevado número de diputados que se eligen en ella. El único requisito que deben cumplir es superar el 3% de los votos válidos emitidos en dicha circunscripción. En 1991, a Coalición Asturiana le bastaron los 12.672 votos recibidos, un 3,13%, para tomar asiento en el Parlamento regional por primera vez. El PAS lo consiguió de nuevo en 1995 con el mismo candidato asturianista, Xuan Xosé Sánchez Vicente, al contar con el apoyo de 18.021 votantes: el 3,52%.

En las últimas elecciones autonómicas, UPyD obtuvo en la circunscripción del centro 13.791 votos. Aplicando sin más la fórmula ideada a finales del siglo XIX por el jurista belga Víctor d'Hondt, le habría correspondido un escaño, pero al no superar el listón legal, solo alcanzó el 2,88%, quedó fuera del reparto. Otro tanto le había sucedido al CDS en 1983: a pesar de conseguir un número de votos suficiente, la barrera legal, que entonces estaba situada en el 5% de los votos emitidos en toda Asturias, le impidió el acceso a un escaño. El dato que explica que UPyD no llegara a él, habiendo obtenido más votos que CA en 1991, que sí lo logró, es el índice de participación. Cuanto menor es éste, mayores posibilidades tienen los partidos pequeños de sobrepasar el 3%. En aquel año, en la circunscripción central, la afluencia de electores fue siete puntos inferior a la registrada en mayo del pasado año.

Pues bien, teniendo en cuenta estas consideraciones y las tendencias reflejadas en las encuestas, la probabilidad de que UPyD obtenga un escaño en las elecciones del 25 de marzo es muy alta. A su favor actúa el previsible descenso de la participación, la corriente que lo empuja desde las elecciones generales de noviembre -en las que mejoró sus resultados anteriores- y el hecho de tener el 94% de sus votos concentrado en los núcleos más poblados del área central. Por el lado opuesto, el factor que genera alguna incertidumbre a su alrededor es el «voto útil», la mayor amenaza para los partidos pequeños cuando la disputa electoral es más cerrada. Pero el votante de UPyD, urbano y cualificado, no sucumbe fácilmente. Quizás esté aún lejos del segundo escaño, pero UPyD pudiera ser la novedad más rutilante del Parlamento asturiano en lo que nos queda de legislatura.