Si hay algo que a los políticos les gusta tanto como a un niño un caramelo son las inauguraciones. Y va y desvela el candidato de IU a la Presidencia del Principado, Jesús Iglesias, que «Francisco Álvarez-Cascos es el único presidente de la historia que no ha inaugurado nada». Hombre, seguro que algo, por poco que sea, ha estrenado el actual presidente del Principado en funciones en los ocho meses que lleva al frente del Ejecutivo autonómico. En todo caso no será mucho, sencillamente porque no ha hecho mucho, preocupado más que nada por la imagen y por pasar factura a todos aquellos que le impidieron cumplir con sus planes iniciales, que no eran otros que ser el presidente de los asturianos con mayoría absoluta encabezando la lista del PP. Tuvo que crear un partido y se quedó con sólo 16 de 45 diputados regionales.

En su lucha diaria contra los populares de aquí y de Madrid, especialmente contra Mariano Rajoy, Cascos renunció hasta al caramelo de las inauguraciones. O quizá se olvidara de ellas, tan enfrascado como estaba con sus líos, en sus demostraciones de fuerza contra todo y contra todos. Sea lo que sea, lo sucedido es anormal, ilógico para alguien que como Cascos siempre concibió las inauguraciones como algo extraordinario, como una especie de espectáculo. Incluso no eran necesarias obras acabadas, ni medio hechas, ni tan siquiera iniciadas para que hubiera representación. ¿Un ejemplo? La colocación de la primera dovela de la variante ferroviaria de Pajares.

En esta campaña electoral, al menos hasta el momento, no ha sido necesario advertir al Ejecutivo regional de que tenga cuidado con confundir actos gubernamentales con actos electorales, aviso que se había convertido en algo habitual en los tiempos de Vicente Álvarez como presidente. Cuando menos se lo esperaban los partidos de la oposición, ya les había inaugurado algo el entonces jefe del Ejecutivo. Y no una vez, no. Hasta en tres ocasiones se trasladó Areces hasta el nuevo Hospital Central en La Corredoria para? ¿para qué?, bueno, no se sabe muy bien para qué; pero lo cierto es que allí se organizaron unos fastos de aparente preestreno hospitalario que, como se ha comprobado con el tiempo (un año después todo está como estaba), tenían como casi único objetivo el electoralista. Hubo hasta jornadas de puertas abiertas. Los ciudadanos tenían que pedir vez para poder entrar a ver las dependencias del futuro HUCA, eso sí, vacías, como lo siguen estando ahora.

Es una pena que en esta campaña no exista el riesgo de que se confundan actos gubernamentales y electorales. La perjudicada es Asturias. Si no hay peligro es porque no hay opción de inaugurar nada, ni tan siquiera de anunciar que se va a iniciar algo, como cuando la dovela de la Variante. Nada. Las obras nuevas brillan por su ausencia y las que están paradas o al ralentí, como las autovías y la propia Variante, esperando a tiempos mejores. Muy mal nos va a ir cuando ni en campaña se atreven los candidatos asturianos y sus invitados de Madrid a desatascar estos proyectos de gran calado y de importancia capital para Asturias.