En el universo de Newton, el que usted y yo manejamos a diario, las manzanas caen del árbol de arriba abajo, dos y dos suman cuatro y la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Pero si reducimos la escala al nivel subatómico, entra en acción la física cuántica. Entonces ya no hay arriba ni abajo, suman peras con manzanas y todo es posible e imposible a la vez. En este universo vive, flota resoplón, Juan Vega. Según la lógica cuántica del Viceconsejero -esa que admite la convivencia esquizoide de lo mismo y lo contrario- hay que perseguir judicialmente a este periódico por denunciar lo mismito que Juan Vega dice ahora que denuncia. Tampoco se puede investigar lo que Vega afirma estar investigando con mucha discreción desde hace meses. Sin que nadie se haya enterado, por cierto. Ni siquiera los ciudadanos, a los que siempre se debe un político que se precie de transparente. También afirma Juan Vega que está muy mal y es electoralismo del peor que este diario cuente a todos los asturianos, sin poner ni quitar rey, la actuación de una sociedad mixta con un 57% de capital público. En cambio, las intenciones del Viceconsejero rozan lo virginal cuando anuncia, a once días de las elecciones, que tiene en la mirilla al ex consejero socialista que presidía la misma sociedad y que, en una de éstas, le dispara. Si no fuera física cuántica, todo parecería una broma para dar risa. Pero una broma a mi costa, pues el intérprete cobra de mis impuestos. Más nos valía pagar 60 euros por ver a «Les Luthiers».