Tras casi seis años de régimen absolutista, el 1 de enero de 1820 se levantó en Las Cabezas de San Juan el ejército que iba a embarcar hacia América, a las órdenes del coronel asturiano Rafael de Riego, que había pasado la mayor parte de la Guerra de la Independencia preso en Francia.

El levantamiento de Riego consiguió la restitución de la Constitución de Cádiz, que Fernando VII se vio obligado a jurar el 7 de marzo de 1820, exclamando la conocida frase: «Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda constitucional».

El régimen liberal fue nuevamente derrotado por la intervención francesa de los llamados «Cien mil hijos de San Luis», a las órdenes del duque de Angulema, y el general Rafael de Riego fue hecho preso y condenado a muerte, sentencia que se ejecutó por ahorcamiento en la plaza de la Cebada, en Madrid, el 7 de noviembre de 1823. Tras el motín de los sargentos que estaban de guarnición en La Granja, donde se encontraba la Corte, la reina regente María Cristina fue obligada a restablecer la Constitución de 1812, que estuvo vigente hasta la aprobación de una nueva Constitución el 18 de junio de 1837.