Quien juega con fuego tiene el riesgo de acabar quemándose. La derecha asturiana, Foro y PP, lleva mucho tiempo arriesgándose a perder el tren conservador que recorre España. Como ya le sucedió en los tiempos de Sergio Marqués como presidente del Principado y José María Aznar como jefe del Ejecutivo central la derecha regional puede acabar no subiéndose a la ola buena y entregando el Gobierno a la izquierda, a la coalición PSOE-IU.

Sería la segunda vez que Francisco Álvarez-Cascos facilitase la llegada de un socialista a la Presidencia del Principado. Si su cabezonería cuando era secretario general del PP y vicepresidente del Gobierno de España, si su enfrentamiento con Sergio Marqués, puso en bandeja el triunfo de Vicente Álvarez Areces en 1999 (ganó con mayoría absoluta), su tozudez, su soberbia de los últimos meses, su negativa no ya a pactar, sino incluso a sentarse a negociar con sus antiguos compañeros del Partido Popular, puede acabar dando a la izquierda, a Javier Fernández, una victoria inesperada.

Prácticamente todas las encuestas aparecidas en esta campaña vaticinan unos resultados muy igualados entre la derecha y la izquierda en Asturias, con una ligera ventaja (sólo un diputado incluso) para casquistas y populares. A la vez, los sondeos dejan entrever un cierto hartazgo de los ciudadanos con sus representantes políticos, incapaces de lograr un Gobierno estable en una situación tan crítica como la que vivimos, y de la que responsabilizan, sobre todo, a foristas y populares.

Los asturianos tienen la certeza de que PSOE e IU pactarán si tienen los votos suficientes para ello. Muchas más dudas surgen a la hora de analizar el comportamiento de la derecha. Los antecedentes, lo sucedido en los últimos meses, no invitan precisamente al optimismo. Cascos está empeñado en pasar factura a Rajoy por no haberle permitido encabezar la lista del PP a la Presidencia del Principado y el líder popular, tras su aplastante triunfo de noviembre, no está dispuesto a bendecir con un fácil acuerdo el cisma protagonizado por su antiguo correligionario.

La actitud de Cascos en esta campaña da que pensar. Acercarse al PP no parece estar entre sus objetivos a corto y medio plazo. Pero entonces, ¿qué queda? ¿Mejor PSOE que PP?