La campaña electoral toca a su fin y según las encuestas el perdedor es el convocante de las elecciones, Álvarez-Cascos. Su partido, Foro, es el único que sigue con una tendencia a la baja, mientras que los demás se recuperan de la caída padecida en mayo del año pasado (PSOE y PP) o se fortalecen en relación con los resultados pasados (IU y UPyD). Parece que no está en disputa qué partido será el ganador, el PSOE, pero sí qué bloque político se alzará con la victoria, la derecha o la izquierda, y aquí es donde está el problema, porque la ley que rige la elección de presidente del Principado, con igual facilidad que permite que de inmediato haya un Presidente y un Gobierno, abre también la puerta de la ingobernabilidad, y eso fue lo que sucedió con la elección de Álvarez-Cascos y lo que no debe volver a ocurrir.

La clave está en que los diputados sólo pueden votar a favor del candidato o de uno de los candidatos que se presenten para ser presidente, pero no en contra. Puede que gane la derecha las elecciones y PP y Foro obtengan mayoría absoluta, pero si no se ponen de acuerdo en presentar un candidato único, será presidente Javier Fernández, por ser el PSOE el que previsiblemente obtenga más escaños y no poder los diputados de PP y Foro rechazarlo votando en contra. Para acceder a la Presidencia el PSOE no necesitará los votos de IU, pero sí para gobernar, y la dificultad residiría en que puede que no sean suficientes si la suma de ambos no alcanza la mayoría absoluta (23 diputados) de la Junta General. Dependerían para aprobar los Presupuestos de llegar a algún acuerdo puntual con PP o con Foro.

La conclusión es clara. Está en manos del electorado de izquierdas que haya un gobierno estable en Asturias y para ello debe acudir a votar a PSOE o a IU con la esperanza de que registren una mayoría absoluta. (Hay que dar por descontado que pactarán para gobernar, como ya lo hicieron en el pasado). Sin embargo, no está en manos del electorado de la derecha que haya un gobierno estable. Como ya se ha visto en las pasadas elecciones autonómicas, no fue suficiente darle una mayoría absoluta a Foro y PP (26 diputados en total), pues no hubo un acuerdo entre ambas formaciones políticas. Ahora la situación es parecida y no hay garantía de que pueda cambiar el panorama, lo cual es un grave síntoma de perversión de la democracia, porque se acaban anteponiendo los intereses personales de dos partidos clónicos sobre la voluntad general de un electorado afín.

Hasta ahora, los discursos de Álvarez-Cascos y de Mercedes Fernández no invitan a pensar en un acuerdo fácil, caso de reeditar entre ambos partidos la mayoría absoluta. En un escenario así para después del 25-M las únicas variables nuevas son tres. La primera y más importante es que si PP y Foro no mueven ficha conjuntamente, la Presidencia del Principado recaerá en el líder del PSOE y no en un líder de la derecha. La segunda es que el PP tendrá previsiblemente más diputados que Foro. La tercera que Mercedes Fernández puede ser más hábil que la anterior dirección del PP para entenderse con Álvarez-Cascos. Habrá que ver cómo influyen estas variables después del 25-M. En todo caso, si entre Foro y PP renuevan la mayoría absoluta y llegan a un pacto, tendrán que explicar a la ciudadanía tanta pérdida de tiempo en estos meses de parálisis y, si perpetúan sus diferencias, tendrán que justificar lo injustificable, o sea, por qué les importa más sus intereses partidistas que el futuro de la región.

Que el electorado sea el que decida pensando en la gobernabilidad de Asturias