Asturias necesita aclarar su futuro político cuanto antes. Así lo ha entendido el ganador de las elecciones autonómicas del domingo, el socialista Javier Fernández, quien mañana mismo comenzará a reunirse con el resto de los grupos con representación parlamentaria en busca de acuerdos que faciliten la gobernabilidad de la región, contactos que pongan fin a diez meses de inestabilidad institucional con un Ejecutivo incapaz de alcanzar pacto alguno con la oposición.

Javier Fernández ha sido el candidato más votado y como tal debe prepararse para gobernar, al margen de que los dos partidos de la derecha, Foro y PP, tengan o no mayoría absoluta. Está obligado a intentar presidir el Principado y a acelerar lo más posible las negociaciones. Y se ha puesto a la labor antes de que se conozcan mañana los resultados del escrutinio del voto emigrante, que pueden no mover nada o, aunque es muy difícil, dar el decimoséptimo diputado al PSOE a costa de Foro, que quedaría con doce, lo que dejaría empatados a 22 escaños a derecha e izquierda, siendo el parlamentario que resta para UPyD.

El secretario general de los socialistas asturianos se sentará a hablar sin exigencias previas y con la intención de rebajar el clima de crispación de los últimos meses en la comunidad autónoma. Javier Fernández anunció la ronda de negociaciones tras una reunión de la comisión ejecutiva de la FSA que, lógicamente, según su buen entender, evitó cualquier referencia crítica al resto de las fuerzas políticas con las que aspira a llegar a algún tipo de pacto.

También se reunió ayer la comisión directiva de Foro, que, a diferencia de los socialistas, aprovechó la ocasión para arremeter contra sus grandes rivales en los comicios del domingo, el PSOE y el PP. De acuerdo a su tradicional manera de actuar, Francisco Álvarez-Cascos acusó a estos dos partidos, «aliados contra Foro», «del bloqueo político y la paralización económica» de Asturias. Y lo hizo en el mismo comunicado en el que acepta «abrir el diálogo con todos los partidos asturianos (...) para intentar formar una mayoría de cambio y de progreso, para la tarea patriótica de la regeneración y modernización de Asturias».

En líneas generales es la misma propuesta de diálogo de mayo y junio pasados al resto de los grupos parlamentarios, con el éxito ya conocido. El mismo Foro lo reconoce: es una «reiteración» a «la llamada a todos para arrimar el hombro».

Álvarez-Cascos no plantea una negociación, lo suyo es una imposición. Cómo, si no, se puede entender que en el comunicado de ayer diga que «nosotros en Foro somos consciente del pasado, y no queremos volver a empezar; queremos seguir avanzando por el camino iniciado, y no vamos a retroceder. Ofrecimos un acuerdo solemne con los asturianos en nuestro programa y ese es para nosotros un compromiso fundamental. Al acuerdo basado en nuestro programa autonómico nos debemos con todas las consecuencias». Es decir, que para pactar con Foro hay que aceptar su programa. Ahora se entiende el discurso de Álvarez-Cascos de la noche del domingo: «Harán falta pactos, renuncias parciales y aceptación de tesis ajenas». Ya saben los otros grupos lo que hay. Y por si el PP tenía dudas, los foristas se lo dejan claro: «Nuestro ideario, nuestro programa, nuestras propuestas son reformistas, son renovadoras, son regeneradoras. En Foro no miramos al pasado conservador para tratar de construir la Asturias del futuro esperanzador que queremos».