Oviedo, Á. F.

El año pasado, por mayo, solo un par de días después de haber ganado las elecciones por un escaño de diferencia, Francisco Álvarez-Cascos empezó a ejercer de presidente. No esperó al recuento del voto emigrante que, si bien no venía tan apretado como esta vez, sí que podía constituir una amenaza para su partido, dado lo ajustado del resultado y el tradicional apoyo que recaban los socialistas entre ese colectivo. Lo que ahora tanto molesta de Javier Fernández, a quien desde Foro acusan de querer convertirse en «reina por un día», fue una actitud que Cascos asumió con normalidad, hasta que el recuento final lo proclamó ganador inapelable.

De hecho, el cabeza de lista de FAC emplazó, el martes posterior a las elecciones de 2011, a los partidos a negociar una serie de «consenso básicos» en cuestiones como «el empleo o la transparencia». Una inspirada en los pactos de la Moncloa, acuerdos que los partidos suscribieron en 1977 a nivel nacional.

Y dijo entonces que esa actitud dialogante sería algo que los asturianos «valorarían».

Ese mismo día, 24 de mayo, durante una entrevista en la emisora asturiana de la cadena Cope, Cascos se mostraba «dispuesto» a sentarse a la mesa tanto con los dirigentes regionales del PP como con los de IU o el PSOE, para un diálogo que quería, dijo, «sin exclusiones». Reconoció que los resultados de entonces abrían un abanico «muy amplio» para formar Gobierno y que no se decantaba por ninguna de las opciones que había. Pero sí viajó en el tiempo y rememoró la situación del primer Ejecutivo de José María Aznar, donde él era parte activa en las decisiones que se tomaban.

«En aquel tiempo participamos en un acuerdo parlamentario con otras fuerzas para gobernar en minoría mediante acuerdos con grupos minoritarios que dieron estabilidad y nos permitieron acabar la legislatura».

La postura de Javier Fernández, que no ha sido recibida con agrado en el seno de Foro Asturias, fue precisamente lo que hizo Cascos cuando ganó por un diputado las autonómicas del pasado mayo. Ahora, el líder de los socialistas asturianos ha tomado la iniciativa nada más saberse ganador de las elecciones, sin aguardar al voto de la emigración, y ha comenzado una ronda de conversaciones con todos los partidos para emplazarlos a una negociación.

Aunque Francisco Álvarez-Cascos nunca llegó a mencionarlo directamente, su actitud los días inmediatos a vencer en las elecciones del pasado mayo fue la de transmitir que de la lista más votada, la suya, era de donde debía salir el nuevo presidente del Principado de Asturias.

Esta postura generó un aluvión de críticas por parte del resto de partidos que habían conseguido representación parlamentaria. Ninguno quiso valorar oficialmente la invitación que les lanzó Cascos, pero desde el PP y el PSOE coincidieron en calificar de «burdo», «poco elegante» y «falto de respeto» el gesto de proponer acuerdos «ejerciendo de presidente sin esperar siquiera a que se acabara el recuento de votos emitidos por los emigrantes asturianos».

En aquellos días, mientras la dirección socialista se remitía a una rueda de prensa una vez conocido el voto emigrante, un destacado dirigente criticó la iniciativa que había tomado Cascos. «Plantear pactos cuando estaba pendiente el voto emigrante parece una falta de respeto absoluto por los asturianos que residen fuera del país y también por las normas democráticas».

Ahora, cuando ya no tiene todas las cartas en su poder, parece que a Francisco Álvarez-Cascos no le gustan los que toman la delantera.