Los dos partidos de la izquierda asturiana, PSOE e IU, pueden cerrar hoy ya un acuerdo básico de investidura, un pacto para intentar que el socialista Javier Fernández se convierta en el próximo presidente del Principado. Sería éste el primer paso para avanzar, de una vez por todas, en el camino hacia la gobernabilidad del Principado, después de diez meses de desbarajuste, de caos en ocasiones, derivados de la total incapacidad del Ejecutivo presidido por Francisco Álvarez-Cascos -con sólo 16 de 45 diputados- para llegar a algún tipo de acuerdo con los partidos de la oposición.

El acercamiento entre las dos fuerzas de la izquierda estaba claro desde antes incluso de las elecciones del 25-M. Tan evidente era que ambos acabarían entendiéndose como oscura y complicada se antojaba la aproximación entre los dos partidos de la derecha, Foro y PP.

Las previsiones, por lo tanto, se están cumpliendo. De hacerse público hoy el acuerdo de investidura entre el PSOE e IU, quedará despejada una de las tres incógnitas a aclarar en la política asturiana en las próximas semanas -cuanto más rápido, por supuesto que mucho mejor-. La segunda será conocer si es factible un pacto entre casquistas y populares, el que resultó imposible de conseguir en los últimos diez meses y que, por la cerrazón de Álvarez-Cascos, abocó a la comunidad autónoma a unas elecciones anticipadas. Y por último, si la derecha también decide presentarse unida en la sesión de investidura aún quedará por dilucidar un enigma, el de UPyD, el de saber por quien se decanta el partido de Rosa Díez. Su único voto, el de Ignacio Prendes, serviría para inclinar la balanza hacia la izquierda o hacia la derecha, ambas con 22 escaños. Aunque puede no ser decisivo: si es que Foro y PP continúan como hasta ahora, enfrentados.

Por encima de todo, en este momento los cinco partidos con representación en la Junta General están preocupados por salir victoriosos de la batalla de la opinión pública. La izquierda, si firma hoy, habrá dado un paso muy importante. A la derecha le queda mucho más camino por recorrer, y más complicado. La política son programas, pero también personas. Y si no hay sintonía entre éstas todo se puede ir al garete. Seguro que a UPyD no le importaría demasiado que así fuera.