Aunque los recortes en la inversión pública tendrán efectos devastadores, puede que sean inevitables, pues si hay que eliminar gasto por algún sitio habrá que cortar. Ahora bien, los recortes no deberían afectar a la conservación y al mantenimiento ni en la obra pública ni en ninguna instalación o servicio. La España en crisis ha heredado un espléndido equipamiento público de la España en auge, y la principal tarea es conservarlo para que no se deteriore, pues el coste de conservar es muy inferior al coste de rehacer lo que se ha echado a perder. Todas las administraciones deberían preparar planes para mantener intacto lo que hay, una tarea que también crea empleo. Además, si empiezan a aparecer los baches en carreteras y calles, los desconchados en los edificios públicos, la herrumbre en las farolas, la crisis se ahondará en las conciencias, y será más difícil todavía salir de ella.