El político debe decir la verdad, su verdad, a los ciudadanos. Si lo hace, si da la cara, los ciudadanos siempre se lo agradecerán. Pondrán aceptar sus argumentos o rechazarlos, pero no le darán la espalda como hicieron la mitad de los asturianos en las pasadas elecciones.

Viene esto a cuento de las declaraciones de Javier Fernández sobre Cascos en la entrevista publicada ayer por este periódico. Ha tenido que pasar un año y ganar unas elecciones para que el aún candidato socialista se atreviese a decir lo que lleva tiempo proclamando en privado, que Cascos es «tóxico», que «nunca se ha visto desgobierno como el suyo» y que «vino a confrontar y se enfrentó con prácticamente todos los sectores de la sociedad».

Por cierto, es difícil encontrar un líder del PP asturiano que no piense lo mismo, pero ninguno se atreve a decirlo en público.

A ambos partidos les hubiese ido mucho mejor diciendo a sus ciudadanos, a sus posibles votantes, lo que en verdad piensan.