Para no confundirnos con la transición, que son palabras mayores, llamaremos tránsito a lo que podría haberse iniciado en Zarzuela. Aún no se sabe si es un tránsito al remozamiento monárquico o a la nada monárquica, pero eso va a depender sobre todo de los protagonistas. Confluyen demasiadas cosas (que no hará falta relacionar) en un contexto de descreimiento hacia la Monarquía y de crisis de fondo, de esas en la que todo está en veremos. Cara a ese hipotético tránsito el puntal de Zarzuela sería la Princesa Letizia, siempre que recuperase las virtudes de las clases medias, de las que procede: sentido de la realidad, empeño denodado en no caer de nuevo al lugar del que se viene, afán de lucha, capacidad de adaptación, astucia, y, sobre todo, un aroma de pueblo, muy al fondo, que la haga reconocible como uno de los suyos, quiero decir, de los que eran los suyos. Glamour, sólo el justo.