Oviedo, Álvaro FAES

Las negociaciones entre Foro y el Partido Popular en busca de un acuerdo para favorecer un gobierno de centro derecha, que comenzarían por consensuar un candidato común para presentar a la presidencia durante la sesión de investidura, han llegado a un punto muerto.

Después de una jornada maratoniana, con inicio a mediodía en la Junta General del Principado, donde durante casi dos horas y media negociaron Francisco Álvarez-Cascos (FAC) y Mercedes Fernández (PP), y final más allá de las ocho de la tarde, en la sede forista, con la comparecencia del presidente en funciones, ambos partidos escenificaron un choque que, aunque ninguno de los dos quiso calificar de ruptura, sí que pone en entredicho el futuro de la alianza.

A la propuesta de Foro de quedarse con la presidencia, entregar al PP el mando de la Junta y cederle cuatro de las nueve consejerías del Gobierno respondieron los populares con el anuncio de optar al primer sillón del Principado. Cascos esgrimió la «propuesta de bases para un acuerdo institucional y de gobierno» que el viernes pasado envió a Mercedes Fernández. El PP no tramitó respuesta formal y sí el anuncio que ayer le hizo su líder de viva voz: optará a la investidura.

El mutuo deseo de concurrir como candidatos rompe la posibilidad de que los partidos conservadores sumasen el apoyo de 22 diputados, los mismos que aglutinan PSOE e IU, y quedasen a expensas de la decisión que tomase Ignacio Prendes, el único representante de UPyD.

Sin pacto vigente entre la derecha, la composición de la Mesa de la Junta, cuya sesión constitutiva se celebra pasado mañana, queda a expensas de los acuerdos de última hora que puedan alcanzar los partidos, aunque tanto populares como foristas expresaron ayer su voluntad de que los cinco grupos con representación estén en el órgano de gobierno de la Cámara asturiana. Así lo solicitó UPyD, una medida que agrada a Izquierda Unida y que al PSOE no le costaría aceptar.

A pesar del frenazo y de que las relaciones entre ambas formaciones, ya de por sí tensas, quedan ahora pendientes de un hilo, ninguno de los contendientes habló ayer de ruptura. «Vamos a seguir negociando. Yo no me levanto de una mesa salvo que me echen», dijo Cascos por la tarde en la sede de su partido, donde insistió en que Foro y PP tendrían «una base de legitimidad para representar a los asturianos que quieren una alternativa de cambio» porque han sumado 2.000 votos más que el PSOE e Izquierda Unida.

Mercedes Fernández, que jugó con el factor sorpresa al hacer llegar al presidente en funciones su intención de disputarle la presidencia, había sido más comedida, a la espera de que el líder de Foro expresase en público su reacción a la propuesta, lo que había evitado en la reunión entre ambos.

El encuentro en la sala Campomanes de la Junta General del Principado fue el más largo de los cuatro que han mantenido durante las negociaciones. Con la liturgia habitual, Cascos llegó en primer lugar y en solitario, dos minutos después de la hora fijada. Uno más tarde, Fernando Goñi, número dos de los populares, escoltó a la líder popular hasta la puerta. Apretón de manos con Cascos, retirada discreta de Goñi y posado para los fotógrafos de los capitanes de la derecha asturiana, ya dentro del despacho.

Abordaron cuestiones de sus respectivos programas de gobierno. Un análisis de documentación profundo, minucioso y largo. «El acuerdo programático es muy elevado», explicó Mercedes Fernández en la sala de prensa del palacio de la calle Fruela. Fue allí donde desveló su intención de manejar el Gobierno. «Creo que tenemos motivos para hacer esta propuesta. Uno es la coincidencia (de signo político) con el Gobierno de España y los ágiles circuitos de interlocución que tenemos y que podrían beneficiar a esta región. Y después, que somos un partido de ámbito nacional y alguno de los grupos ya lo ha señalado como una preferencia a la hora de apoyar a uno u otro bloque, aunque no me gusta esa definición».

Así explicó Mercedes Fernández lo que sólo unos minutos antes había supuesto el momento más comprometido de la reunión con Francisco Álvarez-Cascos. Después del análisis profundo de sus programas de gobierno le lanzó el dardo que éste no esperaba con el anuncio de que pretendía ser candidata a la investidura.

Quizá por eso, o porque a primera hora de la tarde le esperaba el comité directivo de su partido, Cascos decidió no comparecer. Mientras Mercedes Fernández ganaba la sala de prensa, contigua al hemiciclo, el presidente en funciones ponía rumbo a su despacho en la sede de la Presidencia, arropado por su guardia pretoriana: Cristina Coto, Pelayo Roces y José Antonio Martínez. El punto cómico lo aportó Mercedes Fernández, que no registró la reacción de Cascos a su anuncio. «Yo estaba haciendo anotaciones y no le pude ver la cara», afirmó no sin provocar risas entre la audiencia, mayoritariamente periodística.

Ya por la tarde, Cascos se encontró con gestos serios en el comité directivo de Foro. No gustaron en el partido las pretensiones de Mercedes Fernández. Consideraban que sus diez diputados no la legitimaban para semejante petición, todo lo contrario de lo que ella había manifestado. «La fortaleza del Gobierno de España puede con esa escasa diferencia de dos escaños», había dicho.

Así que solicitaron a su líder lo que éste ya tenía decidido y había trasladado por escrito al Partido Popular: que no cediese a la presión y continuase con su intención de presentar un candidato de Foro en la sesión de investidura. El pulso está en marcha y el pacto entre la derecha se tambalea, por no decir que se ha puesto imposible.