El viernes se constituyó la Junta General del Principado, y en esos eventos es tradicional que las autoridades invitadas ocupen la tribuna de autoridades frente a la Presidencia, conocida popularmente como «la pecera», por sus paredes de cristal. En esos actos solemnes conviven tiburones con multitud de jureles, en un temporal armisticio a la espera de las tomas de posesión.

Este humilde plumilla pudo ver cómo el diputado socialista Antonio Trevín gesticulaba teatralmente cual pescado mirando de reojo a los fotógrafos mientras discutía con Ignacio Vidau, presidente del tribunal asturiano, que acababa de echar un jarro de agua fría sobre las esperanzas del PSOE para lograr el Gobierno astur. El agua de la pecera no era climatizada.

A su lado metía baza el fiscal jefe, Gerardo Herrero, junto al único diputado nacional de Foro, Enrique Álvarez Sostres, y la senadora popular Laura Sampedro. Mataban el tiempo -no entre ellos, no se asusten-, porque la función no acababa de empezar. Nadie sabía qué estaba pasando, y el acto ya llevaba media hora de retraso, mientras los partidos encajaban el puzle de la nueva Mesa de la Cámara y la Presidencia era una incógnita.

La ex consejera María José Ramos -ahora primera Primera Dama de la legislatura- charlaba con la alcaldesa de Langreo, Esther Díaz, y el síndico Antonio Arias, cuando este gacetillero pudo oír a la primera decir: «Estamos incomunicados y no sabemos qué está pasando». Claro, la pecera. El síndico replicó sacando el teléfono y leyendo en el Twitter de LA NUEVA ESPAÑA que precisamente era el marido de Ramos, Pedro Sanjurjo, el que iba a ser el nuevo presidente de la Junta. Le faltó tiempo a la señora para contrastar la información con su marido, que entonces lo desmintió. A los pocos minutos entraron los 44 diputados -dejaron fuera al disputado escaño por el Occidente de Francisco González- y empezaron las votaciones con el conocido resultado que llegó, vía «tweet», a la pecera.