El Ministerio de Empleo y Seguridad Social será el que más sufra la obsesión por el déficit que tiene el Gobierno de Rajoy. Una obsesión que traerá menor crecimiento y que, unida al incremento del IRPF a los trabajadores y las clases medias, incidirá también en la reducción del consumo.

Además, los Presupuestos Generales del Estado para 2012 contienen una reducción drástica en inversiones que afectará igualmente al crecimiento a corto plazo, tendrá una repercusión negativa en la inversión privada y, por tanto, aumentará más el desempleo.

Parece que lo necesario y razonable sería compatibilizar ajuste y crecimiento. Pero el Gobierno sólo ha apostado por el ajuste y, con ello, nos lleva a profundizar en el mayor problema que tenemos en España, el desempleo, que lejos de contenerlo crecerá sin remedio.

Ajustes como los planteados en este Presupuesto conducen a más recesión, más paro y más coste de la deuda. Y lo que es peor, a una ruptura de la cohesión social.

Un análisis transversal de las cifras nos demuestra que se cierra cualquier posibilidad de generar actividad. Se reduce en un 21 por ciento las políticas activas o la formación para el empleo, 1.500 millones de euros. Además, bajan extraordinariamente las cifras que mitigan los efectos de la crisis en los trabajadores y trabajadoras de este país, como el Fondo de Garantía Salarial o las propias prestaciones por desempleo.

El gasto de prestaciones de desempleo se reduce un 5,5 por ciento y se queda en poco más de 28.700 millones de euros. Sin embargo, según los últimos datos de febrero, las solicitudes de alta han crecido un 18 por ciento. Si esta tendencia se mantiene -y todo hace pensar que así será-, los gastos en prestaciones alcanzarán 33.000 millones. Faltan por tanto unos 4.300 millones en esta partida.

En cuanto a los ingresos por cotizaciones en las contingencias comunes han presupuestado un aumento del 0,9 por ciento. Con un descenso casi del 3 por ciento en el empleo y una reducción efectiva de casi 1 punto en las bases de cotización, dada la evolución esperada de los salarios, no parece que esta cifra sea realista. Faltarían otros 4.000 millones aproximadamente.

Por último, han presupuestado un crecimiento del gasto en pensiones contributivas del 2,9 por ciento (101.953 millones). La mitad del 5,85 por ciento, que sería lo correcto cuando se consideran los factores que inciden en la evolución del gasto: número de pensionistas, pensión media y revalorización. En esta partida faltan otros 3.000 millones.

En estos tres conceptos de ingresos y gastos por cotizaciones y pensiones del sistema de seguridad social y prestaciones por desempleo hay 11.300 millones de euros que no cuadran. No sabemos si éstas son las macrocifras que el Ministerio de Empleo trasladó en la elaboración de estos Presupuestos, o si es Economía el que «cuadró» las cuentas. Pero, sencillamente, no cuadran. Esto no genera precisamente confianza y credibilidad.

Por otro lado, con los Presupuestos tramitándose en las Cortes, han tenido que anunciar un nuevo ajuste de 10.000 millones, uno más que socava la cohesión social en sanidad, educación, políticas sociales y para la igualdad. Un nuevo recargo sobre los pensionistas con el pago de las medicinas. Una subida espectacular en las tasas universitarias, unida a la reducción de becas. No sabemos lo que nos deparan para el mes que viene, y es posible que el Gobierno en estos momentos tampoco.

En definitiva, pocas esperanzas de crecimiento, de reacción ante una situación demoledora. A lo que se añade la preocupante falta de credibilidad de las cifras, algo que no escapa a la vigilancia de los organismos internacionales ante los que estamos obligados a generar confianza.

Tampoco la reforma laboral puede dejar indiferente a los inversores, porque los inversores valoran la paz social que esta en riesgo con la reforma y con estos Presupuestos y valoran la capacidad de crecimiento de la economía.

Los socialistas somos conscientes de las dificultades por las que estamos atravesando, de la gravedad de la situación. Pero no podemos dejar de denunciar que el Gobierno ha faltado a la verdad al anunciar «unos Presupuestos austeros y realistas que garantizan la credibilidad de la economía española». No parece que con las cifras de los Presupuestos y los recortes adoptados con posterioridad a esa definición se ajuste de ningún modo a la realidad.

Los Presupuestos son austeros sólo y exclusivamente para los pensionistas, los trabajadores, los desempleados o las clases medias asalariadas. No son reales, ni en las cifras que aparecen en la ley de Presupuestos ni en las medidas planteadas a posteriori. Y sin este requisito no parece que puedan generar la credibilidad que la economía española necesita en estos momentos.

La justificación de la herencia recibida es un recurso cansino del PP, pero ahora les toca dar respuesta a los retos de nuestro país. El Gobierno actual es el responsable de estas cifras, no el anterior.