En la política asturiana, IU es la izquierda, sin adjetivos. Sus electores son los más escorados ideológicamente hacia ese lado del espacio político. Es la fuerza que obtiene el apoyo más amplio entre los votantes que se autoubican en las posiciones que corresponden al extremo izquierdo de la escala ideológica. Más que moverse intentando captar a nuevos sectores del electorado, procura atraerlos a sus posiciones. En la arena electoral no compite con los partidos de derechas. Intercambia simpatías y un puñado de votos con los seguidores de UPyD, pero su mayor rival ante las urnas es el PSOE. Entre ambos hay un segmento de electores, de tamaño variable, que vota en una dirección u otra según el clima político y las expectativas. Esos electores entienden que hay proximidad ideológica entre las dos formaciones y hacen de puente de unión entre ellas. Pero también las empujan a competir por el voto. Así ha sido desde las primeras elecciones celebradas.

La trayectoria electoral de IU da continuidad a la del PCA, núcleo originario y puntal básico de su organización, y es simétrica, pero opuesta, a la de PSOE. Ha alcanzado sus mejores registros cuando el voto socialista se ha dispersado. Y viceversa, sus depresiones han coincidido con las mayorías del PSOE, debidas en parte a la concentración del voto de izquierdas. Asturias, en cualquier caso, es terreno electoral propicio para IU. Los resultados que ha conseguido aquí en las elecciones generales han superado siempre a los cosechados en toda España, duplicándolos casi en varias ocasiones.

La coalición llega a la cita del 25 de marzo disfrutando de su tercera juventud; nunca mejor dicho, porque su progresión actual está impulsada por los votantes de menor edad. La primera la vivió el PCA en plena transición a la democracia. Aunque los resultados de 1977 defraudaron las previsiones más entusiastas, concedieron a los comunistas un papel muy destacado en el proceso constituyente, que les permitió durante algún tiempo condicionar la competición electoral con el PSOE. Pero enseguida sufrió su primer hundimiento, del que solo pudo recuperarse con el declive socialista de los años noventa. Entonces tuvo el sueño de imponerse electoralmente al PSOE, objetivo que persiguió con ahínco y del que no tardaría en despertarla un duro revés en las urnas. En las elecciones generales de 2007 parecía haber tocado fondo, pero una vez más ha recibido un gran balón de oxígeno de votantes socialistas descontentos en las elecciones celebradas el año pasado para salir a flote.

El CIS mantiene al PSOE en sus mínimos electorales y sitúa el apoyo a IU al nivel de sus mejores tiempos. Y deja constancia de un número significativo de votantes indecisos que dudan a cuál de los dos votar. La campaña de IU no será beligerante con el PSOE. No lo necesita para recibir votos socialistas desencantados. Su propósito es mantener izada la bandera de la izquierda eterna y aguardar la posibilidad de formar Gobierno con su adversario más cercano.