En las escaleras del Gobierno de un antiguo Reino venido a menos formaba hace ya mucho para la foto un nuevo equipo. Sus actores quizás se esforzarían, al posar, en vencer la timidez y hacerse cargo del momento, algo que tiene siempre el peligro de que el cargo acabe subiéndose a la chepa del encargado. Por la capital del antiguo Reino, encantadora y rancia como su abolengo, solía pasear a su aire «Rufo», un perrazo indolente y circunspecto. Su paso ante la escalinata cambió el sentido de la foto, de momento solemne a imagen costumbrista. Tal vez aquel episodio natal salvara a los actores de la petulancia o tal vez no, pero nada hubiera existido siquiera si al fondo de la línea que unía al Gobierno y a «Rufo» no hubiera un sabio fotoperiodista, dueño del alma de la ciudad y sus ironías, de nombre José Vélez, que acaba de morir, y merece, entre otros de mayor enjundia, este humilde homenaje.