Nuestro particular sondeo de las aceras no nos previno suficientemente de un hecho extremo: casi la mitad de los asturianos (un 44 por ciento) le ha dado la espalda a las urnas y a la política regional. Ello ha sucedido en una región que propende a la abstención, pero ahora mismo se ha alcanzado el paroxismo y el hartazgo.

Pero esos granos perdidos no hacen granero, salvo para constatar que el PSOE, aun perdiendo más de 20.000 votantes con respecto a las autonómicas de 2011, ha ganado las elecciones, pero con escaños insuficientes para formar gobierno con sus primos de IU, que han ascendido en más de siete mil escrutinios.

Al otro lado, más de 55.000 votantes se han descolgado del FAC, es decir, un tercio de los casi 180.000 que hallaron en Cascos su sostén en 2011. Esto verifica precisamente un dato obtenido en las referidas conversaciones de acera: a una parte -ese tercio-, no le ha satisfecho Cascos, pero los otros dos tercios sostenían que lo sucedido a su líder es que la oposición, especialmente la del PP, se había vengado mediante bloqueo de la humillación padecida en mayo de 2011.

Ahora bien, ¿a dónde se han ido, en términos generales, los votos perdidos por Cascos? Descontada la parte que ha reposado en la abstención, parece poco probable que el PP haya recibido donativos de ex foristas. Es más, ha retrocedido unos 12.000 votos con respecto al año pasado. Esto significa que la catarsis que comenzó a operar con el recambio de Mercedes Fernández aún tiene mucha labor crematoria por delante.

Pero una vez revuelta toda esta ensalada de cifras, lo único que ahora merece atención es la pragmática aritmética parlamentaria. Salvo acuerdos o pacto antinatura, FAC o PP suman 23 escaños, la mayoría absoluta. Doña Dolores de Cospedal declaró en la noche de ayer que el PP garantizará la gobernabilidad de centro derecha en Asturias. ¿Habla en serio o de nuevo se ríe de los asturianos? Mire esta señora lo que afirmaba Karl Marx en «El 18 brumario de Luis Bonaparte»: «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa».