El Gobierno del Principado ha comenzado a gobernar, que es para lo que le han puesto ahí los asturianos. Se ha olvidado de las frases grandilocuentes, de los grandes gestos, para centrarse en el trabajo de mesa, el que exigen los graves momentos económicos que vivimos y que dejó sin hacer el Ejecutivo anterior.

Que sea digno de destacar el acuerdo adoptado ayer por el Consejo de Gobierno del Principado demuestra hasta que niveles de ineptitud había llegado el gabinete presidido por Francisco Álvarez-Cascos, un político empeñado en estar siempre en posesión de la verdad. Lo único que ha hecho Javier Fernández en estos pocos días que lleva al frente del Ejecutivo ha sido cumplir con la legalidad, con lo que ya habían realizado antes el resto de las comunidades autónomas en tiempo y forma. Cierto es que aquí, en el Principado, no estábamos precisamente en el mejor momento para elaborar un plan económico y financiero, pero también lo es que el casquismo no estuvo a la altura de las circunstancias. Seguro que con más humildad y con menos soberbia hubiera evitado el enfrentamiento con el Ministerio de Hacienda, cuya actuación, por cierto, también fue bastante desafortunada, cargada de tintes políticos.

Javier Fernández ha dado sólo el primer paso en la larga y complicada andadura de tres años que le espera. Es sólo eso, el primer paso, un gesto. Ni bueno ni malo, obligado. Pero imprescindible, y que se tenía que haber dado semanas atrás. Así, sin muchas concreciones, como lo ha hecho el Gobierno socialista. Ya llegará el momento de conocer el contenido de los duros recortes exigidos por el Ministerio de Hacienda, que conllevarán justos, y probablemente también injustos, reproches a la labor del presidente Fernández. Pero es gobernar. Dejar pasar el tiempo y culpar de todo lo malo que pasa a los demás, no; eso es sólo politiquería.

Habrá tijera en los servicios básicos asturianos. Seguro. La ha habido en toda España. Cascos aseguró que no era necesaria y el Principado estuvo a punto de la intervención.