Oviedo

La diversidad de especies que realiza una misma función dentro de un ecosistema es importante para su buen funcionamiento. A esta conclusión han llegado los investigadores Daniel García y Daniel Martínez, del departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo y de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad, en un trabajo sobre las comunidades de aves frugívoras forestales, cuyos resultados han publicado, en dos artículos complementarios, en la revista «Proceedings of the Royal Society B». El estudio se desarrolló a lo largo de 10 años en la sierra de Peña Mayor, en la divisoria de Nava y Bimenes.

«Es muchísimo más útil para recuperar el ecosistema forestal un ensamble de aves frugívoras con cinco especies diferentes que tener la misma cantidad de aves pero de una sola especie», expone Daniel García. La explicación es muy sencilla: el comportamiento diferenciado de cada especie aumenta la variedad de localizaciones donde se depositan las semillas de los frutos que consumen y, con ella, las oportunidades de regeneración y expansión del bosque. «Mientras algunas aves permanecerán dentro del bosque, habrá otras que vencerán el miedo a ser devoradas que les produce alejarse de él y se lanzarán a un claro o a un prado a comer los frutos de un árbol aislado», abunda Daniel García. En esas situaciones, se convierten en dispersoras de las semillas de su última comida en el bosque a los espacios deforestados.

Esa conducta se ve potenciada en años en los que hay más frutos fuera del bosque que en su interior, y estas circunstancias coinciden y se repiten, «aunque no parece que tengan una periodicidad marcada».