Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El verano se acabó en Carreño. La enorme mancha de fuel procedente de la central térmica de Aboño que sorprendió el martes a los pescadores al alba, en plena faena, tiene la culpa. Unas horas más tarde, el galipote ya inundaba las cuatro playas del concejo: Palmera en Candás, Carranques en Perlora y Xivares y Peña María en Albandi y Carrió. Todas fueron cerradas poco después del mediodía con bandera roja indefinida. Por lo tanto, no habrá baños hasta nuevo aviso y, para más inri, el puerto de Candás también fue clausurado. Todo ello es una estocada mortal para el turismo en plena temporada alta.

En medio de la catástrofe son muchos los pequeños desastres e historias que rondan la costa de Candás estos días. Limpiadores que cambian escobas por guantes para coger galipote, empresarios que anulan contratos porque asumen que no serán necesarios este año y la extraña estampa de los barcos varados en los muelles.

Es el caso del «Abelán», la única embarcación candasina que largó sus aparejos en la mañana del martes cerca de Aboño. Ayer, se encontraba en tierra, con sus tripulantes sosteniendo mangueras para hacer desaparecer el manto negro que cubre su casco. «Nos llevará una semana por lo menos acabar con el combustible», señalaba José Ángel Gutiérrez, su patrón, en relación a las previsiones que vaticinan una pronta apertura del puerto. «Dicen que puede abrir, pero aún necesitamos un permiso para pescar, y habrá que ver adónde vamos», proseguía Gutiérrez, que tendrá que buscar capturas donde no haya restos del fuel.

Igual de mala es la papeleta de los hosteleros de la villa, cuyos ingresos dependen en demasía del verano. Es la opinión de José María Álvarez, encargado del restaurante Tresmallo, situado en el mismo muelle de la capital de Carreño. «No podemos comprar marisco con garantías», cree. «No le puedes decir a los clientes que vengan que el marisco es de aquí, porque no lo van a querer, y sea de donde sea, va a haber dudas», sentencia el hostelero.

El impacto de la marea negra sobre su negocio es de tal magnitud que ya ha cancelado sus planes de ampliar personal para estos próximos meses. «Iba a contratar a dos empleados y acabo de llamarlos para decirles que, sintiéndolo mucho, no serán necesarios». Para él, la situación es peor aún que la provocada hace años por el vertido del petrolero «Prestige». «Lo notaremos más, porque por entonces la gente sabía que había manchas en toda Asturias, pero ahora Carreño es el único concejo afectado y, por eso, irán a otros lugares», dice.

Los hoteles tampoco tienen previsiones mejores. El principal alojamiento de estas características en el municipio, el hotel Marsol, también en pleno muelle, aún no ha sufrido cancelaciones. Pero sólo «de momento», según explica su gerente, Manuel Ramírez. «Esperamos alguna cancelación porque la tónica en años previos es que las reservas cambian y tememos que las reservas de última hora no se produzcan», lamenta el responsable del hotel. Y es que las reservas de última hora suponen «un cincuenta por ciento aproximadamente de nuestros beneficios o, incluso, algo más».

Mientras, en las playas, los empleados municipales han cambiado escobas y podadoras por guantes y botas impermeables al galipote. «No esperábamos que hubiese tanto combustible en las playas», asegura uno de los limpiadores municipales, Rubén Martín. «Es una vergüenza, la gente en Candás, durante el verano, vive del turismo y de la pesca y este vertido lo ha arruinado». Teme, además, que todavía esté por llegar una de las postales menos agradables de este suceso. «Cuando llegue a las playas pescado muerto, la cosa será todavía peor», remata.