Las conversaciones de los días previos no habían resuelto el sentido de las votaciones a la hora de decidir la composición de la Mesa de la Junta, y tampoco lo habían hecho ayer los tratos matinales de pasillo. El impactante fallo del TSJA no sirvió para destensar las posturas más enconadas.

Por un lado, la pugna entre la derecha fue una película muda. Apenas hubo tratos entre Foro y el Partido Popular, a pesar de que las dos formaciones insistían en que tenían pensado votar para la Presidencia al candidato del otro grupo. Ni uno ni otro tenían la certeza de lo que pasaría después: que ninguno iba a presentarse para presidir la Junta. Con su pacto prácticamente roto por las enfrentadas propuestas que ambos se han presentado, actuaron como si todo marchase sobre ruedas y pusieron en práctica los pasos de su propio plan. En el partido de Cascos conocían lo que se cocía en el PP por medio del único diputado de UPyD, Ignacio Prendes. Y los populares extendían sus intenciones sin consultar si los foristas propondrían candidato.

Cuando llegó la reunión definitiva, Mercedes Fernández expresó su contrariedad. «Yo no estoy satisfecha, porque hubiese preferido que presidiera la Junta Foro Asturias», dijo a la salida, escenificando un paso adelante en los reiterados desencuentros entre las dos formaciones conservadoras. Fue cuando llegó la confirmación de que el órgano de gobierno de la Junta respondería a una configuración plural, con una silla para cada partido.

Los miembros de Foro apenas se dejaban ver. Francisco Álvarez-Cascos trató de pasar desapercibido toda la mañana. Y lo logró, porque no apareció por el hemiciclo hasta el momento justo de comenzar la sesión. Y a la hora de ofrecer valoraciones era Cristina Coto la que llevaba el peso.

Fue en la votación por la vicepresidencia cuando se enfrentaron los dos grupos conservadores, donde Pelayo Roces recogió los votos propios y los de UPyD, que escogía de nuevo al más votado en las elecciones.

El PSOE cargaba en la sesión constitutiva con el compromiso de convertir en presidente al representante de Izquierda Unida, que se mostró férreo en su posición. No era una idea peregrina de la coalición, sino que el escenario venía del pacto de investidura entre ambos, que colocaba a IU al frente de la Junta. Así pagaría el PSOE con creces haberles dejado fuera el año pasado, cuando escogieron al candidato del Partido Popular.

El breve encuentro múltiple, de apenas veinte minutos y con urgencia para comenzar la sesión cuanto antes, tuvo tanto de corto como de intenso. Aun conociendo la decisión del TSJA de privar de un escaño al PSOE, Izquierda Unida se mantuvo firme en su postura de hacer valer el acuerdo con los socialistas.

En UPyD no tenían pensado pasar por ahí. Ya lo habían advertido, y no sólo por la nada disimulada desafección entre ellos e Izquierda Unida, sino porque en su declaración de intenciones siempre apostaron por una Mesa plural en la que fuera el presidente un diputado de la fuerza más votada. Si Prendes no apoyaba al PSOE, el riesgo de que la derecha se envalentonase y aparcase sus diferencias para mejor ocasión era latente.

Los representantes de IU en la reunión exprés, Jesús Iglesias y Ángel González, se enrocaron en su posición y se expresaron con dureza frente a Ignacio Prendes. Presionaron en pos de la Presidencia y también por la vicepresidencia, para la que UPyD volvería a votar a la fuerza con más apoyos en las elecciones de las que se presentasen.

Y no se movió de ahí Prendes, hasta que el PSOE constató que la situación no se desbloquearía y ofreció a la coalición de izquierda su senador de designación autonómica, siempre y cuando cedieran a la Presidencia del Principado.

Era complicado que UPyD fuese a echarse atrás. Tenía poco que perder y, en realidad, salió fortalecida. Primero, porque logró su propósito de una representación plural en el órgano que dirige la Junta. Segundo, porque una de esas cinco sillas fue para ellos, con un único diputado, aunque fuese la secretaría segunda, lo que, por otra parte, casa con sus teorías de proporcionalidad. Lo hizo con cuatro votos. El suyo y los de Mercedes Fernández, Francisco Álvarez-Cascos y Javier Fernández, los tres capitanes de los otros partidos. No los eligió Izquierda Unida, que en esa misma votación, la de la secretaría, tenía a uno de los suyos: Aurelio Martín.

Al acabar, recogió la felicitación de la jefa nacional de su partido, Rosa Díez, discreta en la tribuna de invitados, armada con cámara de fotos para retratar a su pupilo asturiano, sin hacer declaraciones, pero preparada para felicitarle en la comida que compartieron en un restaurante del centro.