Los ministros, sobre todo los que tienen que ver con los asuntos económicos, es decir, con la macrocrisis que padecemos, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, fundamentalmente, deberían recapacitar y cambiar de estrategia a la hora de hacer declaraciones. No pueden seguir siendo protagonistas directos o indirectos de actuaciones que en nada benefician a los intereses del país, o a algunas comunidades autónomas, o a todas en su conjunto.

Bastante complicada está la situación económica de las regiones españolas para que el ministro de Hacienda eche más leña al fuego al afirmar que las autonomías no van a conseguir financiación por parte de las entidades privadas. ¡Vivan el optimismo y la buena práctica política!

Es como si al Gobierno central, o por lo menos a algunos miembros del Ejecutivo de Mariano Rajoy, les sentase mal que hubiera comunidades que consiguiesen salvar por sí mismas sus problemas actuales. ¿Por qué? Pues porque otras, caso de Valencia, y también Murcia, gobernadas desde hace muchos años por el PP (que las ponía como ejemplo a seguir por el resto) han acabado ahogadas, hundidas, debido a años y años de despilfarro, de nefasta gestión, que las ha llevado a tener que pedir de forma más o menos inmediata el rescate de sus cuentas por parte del Estado. Y no es la primera vez: en el caso valenciano, ya es la segunda intervención. La anterior fue protagonizada por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM).

La situación de Asturias no es la de Valencia y por eso el ministro Montoro debería tener mucho cuidado para no meter a todas las autonomías en el mismo saco. Porque si el propio Montoro muestra sus dudas sobre la capacidad de las regiones para devolver lo que deben, ¿qué entidad financiera va a estar dispuesta a llegar a un acuerdo con aquellas que sí están en condiciones de garantizar la devolución del crédito?

Es cierto que el Estado de las autonomías no ha funcionado como debiera, que en ocasiones ha sido un desmadre por parte de algunos. Quien no acepte esta crítica se está engañando. Pero de ahí a demonizar el sistema en su conjunto, sin aceptar que puede y debe haber soluciones a la grave crisis actual va un mundo. Lo que se necesita es avanzar, no retroceder. Aunque, eso sí, quienes más se han equivocado, o robado, o lo que sea que hayan hecho, que paguen por ello en la misma proporción.