P. Campillo

«Tola», una de las osas asturianas más famosas, junto con su hermana «Paca», lleva unos días enferma. El magnífico ejemplar de oso Pardo, ha sido examinado esta mañana en Santo Adriano, su lugar de residencia, por uno de los veterinarios del equipo de especialistas del Parque de Cabárceno.

Durante su hora y media de sedación los veterinarios han aprovechado para examinarla. Sin embargo, la rápida exploración y la escasez de medios de los que han dispuesto los sanitarios, han impedido dar un diagnóstico claro, por lo que la osa deberá someterse a más exploraciones en los próximos días.

Durante su particular "sueño", los veterinarios han aprovechado para hacerle pruebas de todo tipo como radiografías, ecografías, una valoración del aparato genital y tomar muestras de sangre a fin de poder detectar algún posible problema derivado de sus futuros análisis.

Según ha afirmado el veterinario del Parque de Cabárceno, la osa sufre las típicas "cosas de su edad" ya que hay que tener en cuenta que es una "osa de geriátrico" que continuará sufriendo problemas oséos.

Se ha detectado también en la osa, una mala posición en su cadera, por lo que se ha traído a un especialista para tratar de mejorar su lesión.

«Paca» y «Tola», un icono asturiano

L.P.

En junio de 1989 una llamada anónima alertó a un veterano cazador de Tineo de la existencia de dos pequeñas hembras de oso que se habían quedado solas. Su madre había caído bajo los disparos en una cacería furtiva, y quienes acabaron con su vida no quisieron que las crías corrieran su misma suerte. Fue un inicio de película para una vida de pantalla y de flashes, desde el momento mismo en que el cazador de Tineo recogió a las dos hermanas en el monasterio de Obona, depositadas allí por el comunicante anónimo. Desde entonces, las oseznas han sido, y son, parte del imaginario colectivo de los asturianos.

Las primeras fotos de las oseznas se tomaron a los pocos minutos del rescate. Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil posan sonrientes con las crías en brazos, mientras «Paca» y «Tola» mordisquean y curiosean el nuevo mundo que se abría para ellas. Un mundo en el que los humanos han sido su única compañía.

La Guardia Civil entregó a las osas al Gobierno asturiano, que a su vez las cedió en custodia al Fondo Asturiano para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS). Las crías fueron trasladadas a Llanes, a las instalaciones de la entidad. Allí recibieron sus nombres: «Paca», por la mujer del responsable del FAPAS, Roberto Hartasánchez, y «Tola», por el cazador que las rescató. Y allí también empezó una existencia desprovista de intimidad que continúa hoy.

De Llanes, las osas pasaron a Vic, en Cataluña, y de allí fueron de nuevo trasladadas al Parque Cinegético Nacional de El Hosquillo, en Cuenca. Su último destino fue, finalmente, Asturias. «Paca» y «Tola» regresaron a sus orígenes en 1996, año en el que tomaron posesión del cercado de Santo Adriano, en Proaza. Todas sus idas y venidas han sido seguidas con lupa y docenas de cámaras registrando cada movimiento de las hermanas. «Paca» y «Tola» ya no recuperarían nunca el anonimato. N la intimidad, porque desde el momento mismo en que perdieron a su madre estuvieron predestinadas a vivir cautivas.