Al escenario sólo se subieron seis personas -Manuel Castaño (Pola de Allande), Irene Sariego (Vega de Poja), Marcos Navarro (Blimea), Esperanza Rey (Taramundi), Julio Villasonte (Grandas de Salime) y Rosa Mari Iglesias (Colunga)-, pero le brindaron el premio a un colectivo más amplio que día a día recorre las zonas rurales realizando su trabajo. «Los carteros rurales siempre han sido, y lo son, la red eficiente que tramaba esa parte irrenunciable de Asturias que es el mundo rural, médula del ser asturiano. La medalla de plata, tan merecida, se limita a constatarlo», aseguró Javier Fernández durante su intervención.

Los carteros rurales recorren a diario la región de punta a punta. Forman parte de una tradición que se remonta a los tiempos en los que sus antecesores recorrían caminos sin asfaltar en condiciones precarias. Hoy en día ellos lo tienen un poco más fácil. Se mueven en coche, llevan soportes digitales para los correos certificados y cada vez tienen menos trabajo por el correo electrónico, aunque estén notando un aumento de los paquetes por las ventas por internet.