Arenas de Cabrales,

Emilio G. CEA / L. Á. VEGA/AGENCIAS

Los efectivos de emergencias han hallado hoy muerta a la mujer de 77 años desaparecida ayer tras romperse un canal de agua de la empresa Eon en la zona de Valdelabarca, en Arenas de Cabrales (Asturias), ha informado el 112.

Los participantes en el rastreo han comunicado a las 12:37 horas la localización de los restos mortales de la mujer, que se encontraba entre los escombros de su vivienda.

La Guardia Civil se ha hecho cargo de los trámites para proceder al levantamiento del cadáver.

Desde primera hora de esta mañana el operativo de búsqueda había retomado las tareas para localizar a la mujer desaparecida, que se han centrado en continuar con la retirada de forma gradual de los restos de la vivienda de la mujer.

Ha sido un proceso minucioso, ya que al mismo tiempo se han retirado los escombros tanto con las máquinas como de forma manual por Bomberos de Asturias y Guardia Civil.

En una de esas operaciones los perros de rescate han marcado en tres ocasiones el lugar donde ha sido localizada la mujer.

En el dispositivo de hoy ha participado más de una treintena de efectivos de Bomberos de Asturias, 112, Guardia Civil y de la empresa Eon.

El operativo se había reforzado hoy en lo que se refiere a medios materiales con dos máquinas retropesadas, una miniretro y un camión

Catástrofe con mayúsculas en el barrio de Llambrias de Arenas de Cabrales

La montaña se vino literalmente abajo sobre dos casas y dos queserías, una de ellas propiedad del conocido empresario quesero Marino González, de la firma Coasa, que han quedado prácticamente destruidas. Eran las once y media de la noche del miércoles cuando el canal que da agua a una minicentral de E.on en Arenas, en la carretera que une Cangas de Onís con Panes, se resquebrajó y dejó fluir cientos de miles de litros de agua de golpe. El efecto fue como el de un sifón. La tromba, repentina, explosiva, arrancó árboles de cuajo y miles de toneladas de roca, y lanzó todo ese material ladera abajo en un revoltijo de lodo, en medio de un estruendo demencial, justo hacia el lugar en el que se encontraba la casa en la que vivían Carmen Lobeto, de 77 años, y su hijo Severino Díaz, Sevín, de 55.

En un abrir y cerrar de ojos, la casa fue arrastrada y plegada sobre sí misma, aplastada, borrada del mapa. «Abrí la puerta y vi que la casa de Severino ya no estaba», aseguró ayer, con los ojos arrasados por las lágrimas y el cansancio el vecino de los Díaz Lobeto, Juan Ángel Prieto Álvarez, quien a su vez pasó apuros para poder rescatar a sus suegros, Juan Puente y Julia Morago, de 81 y 79 años. Pudo sacarlos in extremis de la planta baja de su casa a través de una ventana que rompió con un tiesto, cuando el lodo y las piedras ya habían derribado tabiques y causado estragos en el interior.

Severino Díaz, que estaba vestido sobre la cama, mirando la televisión, se encontró arrastrado a unos ochenta metros de lo que había sido su casa, con la cara y el brazo y la pierna derechos molidos a golpes. Lo descubrieron en medio de un amasijo de escombros, enseres y lodo, en lo que había sido una estación de placas solares, junto al río Cares. «No decía palabra, estaba conmocionado», relató Vicente Gonzalo, uno de los vecinos que acudieron a ayudar tras conocerse lo que había ocurrido.

Ayer fueron desenterrando con una pala excavadora los escombros de la casa de la fallecida, cubiertos por cuatro metros de lodo y grandes piedras, algunas de cinco y hasta diez toneladas. Fue tal la fuerza del agua que la casa fue arrancada con sus cimientos incluidos, y quedó boca abajo.

Severino Díaz Lobeto fue trasladado al Hospital Grande Covián de Arriondas, donde quedó ingresado en urgencias. Uno de los hijos de Juan Puente pudo hablar con él durante la mañana de ayer. «Me aventó más de treinta metros», rememoró Severino. «Por poco no lo cuento», añadió Díaz Lobeto. Quienes hablaron con él indicaron que guardaba un significativo silencio sobre la suerte de su madre. Cuando le cogió la riada, se disponía a sacarla de la cama, pero no pudo llegar a ella.

Juan Martín, un vecino que reside a poca distancia de las viviendas afectadas, también escuchó el estrépito. «Fue como en la inundación del 20 de noviembre de 1980, que se llevó el puente de Poncebos y llegó hasta aquí. Ese ruido no se olvida en la vida», aseguró, conmovido por la mala suerte de sus vecinos, que lo han perdido todo.

Los vecinos escucharon además una explosión, la producida por una torre de alta tensión arrastrada por las piedras y el lodo. Los empleados de E.on se aprestaron a cerrar el cauce del canal procedente del embalse de Poncebos, que se vertió en un aliviadero situado a cierta distancia. Durante una hora siguió manando agua por la brecha de catorce metros que se abrió en el canal.

El corrimiento dejó a los vecinos del concejo de Cabrales sin electricidad durante unos siete u ocho minutos. La luz volvió poco después, pero la zona del accidente quedó a oscuras. Los equipos de rescate que acudieron a la zona (los Bomberos de Asturias de Cangas de Onís y Llanes, los guardias civiles de Cabrales, Ribadesella, Cangas de Onís, Panes y Llanes, incluidos los del Grupo de Montaña y el Grupo de Actividades Subacuáticas, puesto que se temía que alguna persona hubiese sido arrastrada al cercano río Cares) y los vecinos buscaron a la mujer desaparecida hasta las cinco de la mañana.

Tres horas después reanudaron la búsqueda, ya provistos de una excavadora y de perros guías, tanto de Bomberos como de la Guardia Civil, mientras el personal de helicópteros de ambas instituciones escrutaba desde el cielo el área del desastre para intentar localizar a la desaparecida.

Los vecinos de Cabrales siguieron con interés y preocupación las labores de desescombro. La mujer desaparecida es pariente de la familia que regenta un conocido establecimiento de Arenas de Cabrales, el Hotel Torrecerredo. La noticia de este desastre ha dejado conmocionada a los familiares de la mujer, alguno de los cuales estuvo en la madrugada de ayer en la zona del siniestro, mientras se buscaba, sin éxito, a la desaparecida.

La zona fue acotada por evidentes razones de seguridad, y sólo penetraron en ella los Bomberos, encabezados por su gerente, Antonio del Corro, y el del servicio 112-Asturias, César Álvarez Avello, y las autoridades, como el coronel Juan Bautista Martínez-Raposo, jefe de la zona de Asturias de Guardia Civil; el delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo; el presidente de la Confederación Hidrográfica del Norte, Ramón Álvarez Maqueda; el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, y el alcalde de Cabrales, José Antonio Pérez Prieto, de Foro. Pese a los distintos colores políticos, reinó la diplomacia. El popular Gabino de Lorenzo aseguró que los servicios del Principado actuaron «correctísimamente». El socialista Guillermo Martínez resaltó que «se reaccionó de manera rápida y coordinada, desde el primer minuto».

Los vecinos afectados pudieron entrar en sus casas a recuperar algunos de sus enseres, la documentación y alguna pequeña cantidad de dinero para poder afrontar estos primeros días. El espectáculo con que se encontraron terminó hundiéndoles los ánimos.

El agua y lo que arrastraba, piedras, lodo, árboles arrancados de raíz... lo destruyó todo a su paso. Las queserías también han quedado destruidas. Incluso la de Marino González, que parecía menos afectada, está totalmente inutilizada al haber penetrado grandes piedras en la planta inferior. El espectáculo dejado por la riada, con una superficie de más de una hectárea sembrada de lodo y grandes piedras, recordaba el escenario tras un gran terremoto.