El Partido Popular asturiano es un hervidero. El juicio, que sale anónimo de dentro de la casa, encaja perfectamente con la situación. Recién abierto el procedimiento para el congreso regional del 3 noviembre, a la ya conocida concurrencia de Mercedes Fernández se añadió, no sin revuelo, la del gijonés Manuel Pecharromán. Para completar el guiso, al dúo se suma un tercer actor: el castrillonense Alejandro Arias, que ayer se decidió a dar el paso al frente para el que llevaba preparándose con extremado sigilo desde antes del verano. Su intención es vestirlo mañana de oficialidad con una declaración a modo de anuncio.

De los tres, el menos conocido es el último en incorporarse a una pugna que pone el partido al rojo vivo. Alejandro Arias, de Piedras Blancas, 42 años, es asesor del eurodiputado Salvador Garriga y suple su poco brillo mediático con un conocimiento profundo del PP, un fontanero del partido, que se suele decir. En silencio, sin levantar sospechas, ha ido tejiendo en los últimos tiempos una red de adhesiones que ahora le permiten iniciar la aventura de presentarse al cónclave con la idea de presentar batalla a Mercedes Fernández, y ahora también a Manuel Pecharromán. «No saldré a lavar trapos sucios de la casa» y su clara inclinación por «renovar el partido» es de lo poco que concede antes de presentarse en sociedad.

Durante la corta legislatura de Foro, Alejandro Arias fue en el PP jefe de gabinete de Isabel Pérez-Espinosa, que ya no repetiría al frente de la formación en el adelanto electoral del pasado mayo, cuando ya acudió Mercedes Fernández como candidata y presidenta regional del partido. Aunque hacía tiempo que sondeaba la posibilidad de presentar un modelo alternativo al actual, no pretendía Arias desvelarlo tan pronto, pero los acontecimientos se han precipitado tanto que ha decidido que su día D sea mañana. La prueba es que hasta avanzada la tarde de ayer no se lo hizo saber a su familia ni a sus más allegados en el partido. La propia Isabel Pérez-Espinosa, directora de la empresa pública Acuanorte y apartada del ruedo político, fue informada a última hora de ayer.

En el entorno de Alejandro Arias dicen que tanto sigilo pudo deberse al temor a que, entre unos y otros, tratasen de quitarle la idea.

Alejandro Arias podría contar para su intento de hollar la presidencia del PP con respaldos relativamente amplios en las juntas locales más importantes por el número de compromisarios que aportarán al congreso, aunque algunas fuentes apuntan también a que habría realizado un importante esfuerzo para reclutar simpatías en las alas de la región.

Frente a la experiencia de Mercedes Fernández, Alejandro Arias y Manuel Pecharromán simbolizan el espíritu boy-scout, aventurero, de la política. Son los dos de la quinta del alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, y mantienen buena relación con él, más el gijonés, con categoría de buen amigo. Entre Arias y Pecharromán, que parece tomarán estrategias divergentes en esta campaña interna por el liderazgo, la relación es fluida y no se descartan conversaciones entre ellos que puedan tener alguna relevancia de cara al congreso.

Lo que les diferencia es que si el gijonés ocupa cargos de responsabilidad en el PP desde hace años, Alejandro Arias ha sido un trabajador en la sombra, permitiéndole su actividad conocer los recovecos de la casa.

Afiliado desde los 18 años, vivió su actividad más intensa entre 1999 y 2003, cuando fue concejal de Castrillón, con José María León Pérez como alcalde. Después se hizo a un lado y trabajó como consultor laboral en el despacho profesional de su familia, en Piedras Blancas. Fue en 2008 cuando retomó el pulso político como miembro del comité electoral del PP. Después llegaría su papel asesor de Salvador Garriga y la jefatura de gabinete con Isabel Pérez-Espinosa. Para definirle, sus amigos hablan de «integridad» y de que se trata de «un hombre de palabra».

Como Manuel Pecharromán, igual que Mercedes Fernández, Alejandro Arias luchará por recabar la mayoría de apoyos en las juntas locales más numerosas. La de Oviedo rechaza pronunciarse en público, aunque la actual presidenta asegura que se lo han dado a ella. A Pecharromán, muy de Gijón, le puede desbloquear la posible lejanía con la capital su amistad con Caunedo. Y los cercanos a Arias deslizan que también contaría con cierto predicamento en la capital. La sorpresa que podría dar el último en apuntarse a la carrera es un intento por hacerse con Gijón, donde Pecharromán debería dominar.

Seriedad

Alejandro Arias Torres se bautizó en la política en su Castrillón de nacimiento, donde llegó a presidir Nueva Generaciones y más tarde sería concejal en el equipo de gobierno de José María Léon Pérez. Quienes lo conocen resaltan su seriedad y entereza, un hombre de peso «que no te hará una jugada». De 42 años y padre de dos niños, vive en Oviedo. Educado, dice, en la cultura del esfuerzo, cree que el mejor reconocimiento es el que viene del trabajo. Muy activo en las redes sociales, mantiene también un blog de corte político en internet, «Pensando en Asturias», normalmente intenso en su actualización pero extrañamente abandonado a su suerte los últimos diez días, un indicio de que aceleraba para dar el paso de competir por la presidencia del Partido Popular en Asturias.