Oviedo, M. J. IGLESIAS

La sidra asturiana, con una producción de 40 millones de litros anuales en la modalidad natural y unos 30 de espumosa que salen de más de un centenar de lagares e industrias, con una denominación de origen, marcas específicas de calidad y un prestigio reconocido en todo el mundo, busca cada año manzana desesperadamente. Y a falta de producto autóctono, lo hace en mercados foráneos, lo que dificulta su capacidad de expansión en el exterior porque encarece el proceso de elaboración. En años de bajo rendimiento, como el actual, las necesidades de compra superan ampliamente el sesenta por ciento de la elaboración total, que supone casi el noventa por ciento de la sidra española. El resto sale del País Vasco y, una pequeña parte, de Galicia.

Aunque la sidra de la región se exporta a más de treinta países -entre ellos, China, en el caso de El Gaitero, y Australia, en el de Trabanco-, la producción se consume casi en su totalidad en Asturias, sobre todo en el caso de la que se escancia. La dura realidad dificulta a los lagareros la conquista de nuevos mercados porque lo prioritario es conseguir manzana. La escasez parte del progresivo descuido de las pomaradas y el minifundismo, que impide acometer grandes plantaciones, salvo excepciones como la del Grupo Masaveu o empresarios punteros como Samuel Trabanco, el mayor elaborador de Asturias. Jorge García Álvarez, gerente de la Cooperativa de Cosecheros de Manzana, Aacomasi, con 350 socios y más de 1.000 hectáreas de manzanos controladas, asegura que es necesario animar a la gente a plantar por toda la región.

La elaboración de sidra se concentra en la zona central para reducir al máximo los costes de transporte. Porque se busca la proximidad a los proveedores y a los grandes centros de consumo. El 29 por ciento de los lagares censados se encuentra en Gijón; el 24 por ciento, en Villaviciosa; el 17 por ciento, en Siero y el 8 por ciento, en Nava. La mayoría alcanza una capacidad media de 100.000 litros de sidra, aunque muchos la superan.

Los lagareros llevan años abasteciéndose en Galicia, Castilla y León y Aragón. También importan manzana de Francia, Polonia, República Checa o Alemania. Algunos traen incluso mosto de Francia. Resulta más barato que comprarla para mayarla en esos países. El mosto llega en camiones refrigerados, que garantizan un traslado en buenas condiciones, y se deposita directamente en los toneles, donde tendrá lugar la fermentación. En el caso de la sidra con denominación de origen y la de manzana seleccionada, el requisito es que la materia prima sea toda asturiana. El cumplimiento de las normas se vigila a través de inspecciones en los lagares y un férreo seguimiento de los procesos de producción.

El censo de manzanos que llevó a cabo el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo (Indurot) en 2010, por encargo del Principado, reveló que la superficie de pomaradas en la región equivale a una centésima parte de la superficie de Asturias, 10.324 hectáreas de las más de un millón que conforman el territorio regional. El trabajo, dirigido por Miguel Ángel Álvarez, respondió a una vieja reivindicación del sector. La primera cartografía de manzanos de la historia señala que en Asturias hay 56.417 plantaciones. La mayoría se concentra en la zona central y oriental, las comarcas sidreras por excelencia. Villaviciosa es el concejo que lidera el número de plantaciones, con 9.236 pomares que ocupan 2.053 hectáreas. Lo siguen Gijón, con 1.128 hectáreas, y Siero, donde los manzanos ocupan 757,6 hectáreas. Desde los años noventa se han plantado 1.100 nuevas hectáreas de la modalidad de poda vertical. Tanto el gerente de Aacomasi como el presidente, Álvaro Menéndez, dudan de que el estudio responda a la realidad de las plantaciones. «Nos da la impresión de que se han tomado todos los huertos y se ha tirado de cartografía», señalan. La cooperativa, en proceso de integración en la macroentidad Campoastur, ha sido pionera en poner en marcha una nueva plantación de siete hectáreas en Nava, en una finca municipal, donde también habrá parte de experimentación. «No pretendemos hacer la competencia al Serida. Queremos que sea la pomarada de todos, donde la gente vaya de visita y se coma las manzanas», indica García.

Los productores luchan por vender fuera. Uno de los mejores ejemplos es el Grupo Trabanco, lagar fundado en 1925 en Lavandera (Gijón), que disfruta de reconocimiento en zonas del mercado nacional como Madrid, Levante, La Rioja, Galicia o Canarias. Paralelamente, la compañía sienta las bases de una creciente expansión internacional. Entre sus hitos más recientes destaca la presencia cada vez mayor en zonas de Estados Unidos, el inicio de las exportaciones a Australia y los contactos en países como Japón. A esto se une la presencia en distintos mercados de Sudamérica y Europa, a los que Trabanco lleva años exportando sus productos.

En la otra cara de la moneda, Manuel Riestra, gerente de Sidra Muñiz, en Tiñana (Siero), representa a los productores de tamaño medio, que cada vez se apoyan más en la manzana de producción propia. El especialista reconoce que crecer en la región es casi imposible. «Tenemos un millón de habitantes y los turistas que llegan son lo que son», apunta. Aunque el consumo sube en verano y se incrementa si hace buen tiempo, el estancamiento es patente desde hace años.

Manuel Riestra reconoce que acudir a nuevos mercados sería la solución, siempre y cuando se solvente el problema del suministro. Y considera un contrasentido que los asturianos no sean capaces de autoabastecerse. «Nosotros producimos el veinte por ciento de la manzana, con cinco hectáreas de producción que pensamos duplicar», afirma.